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Chapter 3 - capitulo 3: llegando al examen shigoto

David avanzaba lentamente por el camino de tierra, con el bosque rodeándolo en cada dirección. Cada paso que daba se sentía más pesado, y el sol, que antes brillaba con fuerza, comenzaba a ocultarse detrás de los árboles.

David: (suspirando) —Ugh… ¿cuánto más tengo que caminar? ¿Por qué no hay un maldito tren en este mundo?

El sonido de su estómago gruñendo le recordó que también tenía hambre. No tenía dinero, no tenía comida y no tenía cama. Básicamente, estaba al borde de convertirse en un vagabundo.

Pero entonces, algo apareció entre los árboles.

David: (ojos brillando) —¿¡Un hotel!? ¡Estoy salvado!

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el imponente edificio. Entró rápidamente y se encontró con un vestíbulo elegante, iluminado por cálidas lámparas doradas. Detrás del mostrador, una recepcionista con una sonrisa profesional lo observó.

Recepcionista: —Bienvenido al Hotel D'Luxe. ¿En qué puedo ayudarlo?

David: (confiado) —¡Una habitación, por favor!

Recepcionista: —Por supuesto. Son 9 monedas de oro por noche.

David se quedó congelado. Metió la mano en sus bolsillos y los revisó con desesperación. Su sonrisa desapareció lentamente cuando se dio cuenta de que…

David: (voz temblorosa) —No… puede… ser…

Se quedó en silencio por un momento. Luego, con lágrimas imaginarias corriendo por su rostro, se giró y salió del hotel con la cabeza baja.

David: (susurrando) —Maldito capitalismo…

La noche cayó, y David no tuvo más remedio que seguir caminando. Sus piernas dolían, sus párpados pesaban y cada paso se sentía como un castigo divino.

David: (pensando) Estúpido… ¿cómo pude olvidar algo tan importante como una cama portátil?

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Cuando finalmente amaneció, David apenas podía sostenerse en pie. Su cabello estaba desordenado, sus ojeras eran enormes y caminaba como un auténtico zombi.

Pero entonces, en la distancia, vio algo.

Un grupo de personas se había reunido cerca de un pueblo.

David: (ojos brillando de emoción) —¡Llegué, síiii!

Sin pensar, corrió hacia ellos con lo último de su energía… y chocó directamente contra alguien.

??? —¡Oye! ¡Fíjate por dónde caminas, idiota.

David cayó al suelo de espaldas. Cuando levantó la vista, vio a un chico de su edad, mirándolo con curiosidad.

Vestía una chaqueta morada abierta, una remera blanca, un pantalón negro con rayas blancas y zapatillas negras. En su frente, llevaba una banda roja, y su cabello se alzaba hacia arriba, como el de un puercoespín furioso. A un lado de su cintura, colgaba una espada en su funda.

Pero lo que más llamaba la atención era su expresión: una sonrisa despreocupada y llena de energía.

??? —Vaya forma de saludar a la gente.

David: (sobándose la cabeza) —Sí, bueno… soy especialista en entradas dramáticas.

El chico extendió una mano para ayudarlo a levantarse.

??? —Soy Falco.

David: —David.

Se estrecharon las manos.

David: —Falco… suena como un nombre genial.

Falco: (riendo) —¡Obvio! Mi mamá me lo puso con orgullo.

David: —¿También viniste al examen Shigoto?

Falco: —¡Sí! Quiero encontrar un trabajo donde pueda usar mi espada y vivir emocionantes aventuras. ¿Tú?

David: (suspirando) —Trabajo, dinero y la posibilidad de volver a casa. Lo típico.

Falco le dio una palmada en la espalda.

Falco: —¡Pues entonces tenemos que celebrar que estamos en esto juntos!

David: —¿Cómo?

Falco: (sonriendo) —¡Con comida, obvio! Vamos a buscar algo para comer.

David no tuvo energía para rechazar la oferta, así que siguió a Falco hasta un pequeño restaurante en el pueblo. Entraron, se sentaron en una mesa de madera y esperaron a que un mesero los atendiera.

Un camarero llegó con su libreta.

Falco: —Queremos una ración de terrapiés con papas, por favor.

David: (confundido) —¿Terrapiés? ¿Qué es eso?

Falco: —¡Un ciempiés gigante de tierra! Pueden excavar túneles, pero cocinados son deliciosos.

David: (paralizado) —¿Qué?

Cuando la comida llegó, David sintió que su alma abandonaba su cuerpo.

En el plato había un insecto enorme, crujiente y bañado en especias. Su aspecto era tan horripilante que David pensó que en cualquier momento se iba a mover.

David: (con una vena en la frente) —Oye… esto… sigue pareciendo un ciempiés.

Falco: (metiendo un bocado en su boca) —¡Y sabe increíble!

David: (triste) —No quiero estar aquí…

Pero el hambre era más fuerte que su miedo. Tomó un tenedor, pinchó un trozo pequeño, cerró los ojos y lo llevó a su boca.

Masticó… y esperó lo peor.

David: (sorprendido) —Oye… no está tan mal.

Falco: (riendo) —¡Te lo dije!

Poco a poco, David dejó de pensar en lo que estaba comiendo y simplemente disfrutó el sabor. Al final, ambos terminaron el plato.

Falco: (satisfecho) —Bueno, eso fue increíble.

Dejó tres monedas de oro en la mesa para pagar y salieron del restaurante. Mientras caminaban hacia el lugar donde se realizaría el examen, la conexión entre ellos se fortalecía.

David: —Eres un buen tipo, Falco.

Falco: —¡Claro que sí! Soy la persona más genial que conocerás en este examen.

David rodó los ojos con una sonrisa. Por primera vez en días, no se sentía solo.

David: (pensando) Parece que no todo en este viaje será tan malo.

Fin del Capítulo 3