6 meses después.
Ha pasado tiempo desde el inicio del proyecto. Los científicos y la Doctora Velikova han estado trabajando arduamente durante meses. Han avanzado bastante bien, pero aún no lo suficiente como para iniciar con las pruebas en personas. Hasta el momento, solo han realizado simulaciones en las potentes herramientas que ha financiado el gobierno argentino. Las herramientas que les han proveído han sido de gran ayuda, pero a pesar de su utilidad, un imprevisto golpeo la conciencia de Laura. Las simulaciones, realizadas en base con todos los datos obtenidos mediante sus investigaciones, resultaron en un rotundo fracaso. Cuando inducían las fórmulas en las computadoras, para que simule como seria el resultado, estas daban errores de adaptación. El cerebro no era capaz soportar las recalibraciones enviadas a través de las descargas eléctricas, y el sistema inmunológico en lugar de aumentar su fuerza, se debilitaba porque no soportaba las fórmulas, lo que llevaba a mutaciones en la piel.
Estos acontecimientos frustraron a Laura, que cada vez perdía más y más su optimismo y comenzaba a ponerse cada vez más tensa y nerviosa.
Sebastián: Serio. Laura, tenemos que hablar.
Laura: Frustrada. ¿Qué pasa Seba?
Sebastián: Laura, le estuve informando a la Casa Rosada tus avances. Y…le cuesta decirlo.
Laura: Confundida. ¿Qué, que te dijeron?
Sebastián: Suspira. Dijeron que si en dos semanas no hay buenos resultados…el proyecto se cancelara.
Laura: Sorprendida y enojada. ¿Cómo que lo van a cancelar? ¿No les entra en la cabeza lo que estamos haciendo acá?
Sebastián: Cálmate Laura, todos sabemos lo que estas intentando hacer. Yo quiero que tu trabajo tenga éxito. Pero esto es muy caro de financiar y hasta ahora no has tenido los resultados que ellos esperaban.
Laura: ¡Deciles que me den mas tiempo!
Sebastián: No puedo, ellos ya me dijeron que estas dos semanas son lo último que te darán. Perdón Laura, no puedo hacer nada.
Gaiden se aleja y se retira del Laboratorio. El sueño de Laura, que parcia estar tan cerca, poco a poco parecía esfumarse. Si bien ella seguía decidida a terminar con su labor, el gobierno argentino ya no creía que su idea fuera a funcionar.
En medio de la tristeza y la duda por sus fracasos, una pregunta comenzó a rondar en su cabeza. ¿Y si estos fracasos no son la prueba de que mi suero no es la solución? ¿Y si en vez de mejorar al mundo no termino destruyéndolo del todo? ¿Y si lo mejor es que me olvide de esta tonta idea? Además de esta gran frustración, sus traumas tampoco cesaron. Los gritos de sus compañeros seguían acechándola en sus sueños, volviéndose cada vez más frecuentes. Esto la llevo a tener un deterioro físico y mental notorio.
Laura: Perdón chicos, me parece que no voy a poder lograrlo.
Laura continúo trabajando, logrando encontrar nuevas fórmulas para el suero que podrían ser capaces de funcionar. Sin embargo, no estaba del todo segura sobre su funcionalidad, todas sus anteriores formulas habían fracasado, quien le iba a asegurar de que esta vez iba a funcionar. Ya no tenía la confianza de antes, ahora estaba más dubitativa sobre sí misma y sobre si el suero que estaba creando realmente era lo que el mundo necesitaba para su salvación. Sus dudas siguieron durante días, mientras seguía soñando todos los días con los gritos de sus camaradas, hasta que le llego una trágica noticia. El gobierno había decidido cerrar el proyecto. Gaiden le informa a la Doctora que el presidente no podía seguir esperando, y que solo tenían suposiciones en lugar de respuestas concretas, por lo que ya no financiarían más su trabajo. Fue un baldazo de agua fría para Laura, durante tantos años, lo que te tanto anhelo, se esfumaba frente a sus ojos. Cuando el día finalmente llego, todo el optimismo de Velikova se esfumo. Podía ver como se llevaban todos los aparatos que le habían dado para trabajar. Los científicos que habían sido contratados para ayudarla, se despedían diciéndole que fue bueno trabajar con ella, que no se preocupara, que todo iría a mejor. Los intentos de consuelo no sirvieron, Laura no podía hacer nada más. El Proyecto Velikova había fracasado.
Los días posteriores la Doctora se la paso en su casa lamentándose, diciéndose constantemente a sí misma por qué había fracasado si estaba tan segura de que podía lograrlo. Sentía que le había fallado a sus compañeros, quienes la acechaban todas las noches en sus sueños. Esto hizo que a ella se le hiciera que se le hiciera cada vez más difícil el conciliar el sueño, ya que además de los gritos, comenzó a soñar con las imágenes de lo que había vivido en la guerra. Podía ver las pilas de cadáveres que manchaban la tierra con su sangre, mientras de fondo se seguían escuchando sus voces agonizantes seguidas del sonido de los disparos. Dormir poco a poco se comenzó a volver una tortura.
Laura retomo su trabajo como Doctora, volviendo realizar la misma rutina de antes. Siguió demostrando por qué la llamaban la mejor Doctora y Científica de Argentina, aunque ella no estaba complacida con eso.
El mundo seguía decayéndose, las enfermedades incurables seguían atacando y las guerras no cesaban.
A pesar de que el gobierno le había clausurado su proyecto, Laura no pudo soportar la idea de que el mundo se destruyera y ella no hiciera nada. Es por eso, que tomo una difícil y cuestionable decisión, haría que uno de sus pacientes más enfermos, pruebe la última versión que realizo de su suero antes del cierre del proyecto. Llamo a la familia del paciente diciéndoles que había descubierto una nueva vacuna que era capaz de curar la enfermedad del chico y que para acceder a ella debían encontrarse en su laboratorio. La familia del muchacho, confiando en su palabra fueron sin dudar hasta la dirección que Laura les había enviado. Ella sabía que lo que les había dicho era una mentira, pero no estaba dispuesta a darse por vencida, su voluntad, a pesar de sus inseguridades, no tenía límites.
Sonido de auto deteniéndose.
La familia había llegado, Laura los recibió educadamente y los invito a pasar a su laboratorio. Al entrar, los familiares se sorprendieron al ver lo que se encontraba dentro. La Doctora se dirigió a su escritorio y tomo la última versión que había realizado del suero experimental, esta no había sido probada en los simuladores, pero eso no la detuvo de intentarlo. Era la hora de la verdad. Por fin iban a descubrir si el mundo entrase en una era de prosperidad o, si, por el contrario, la tierra aceleraría su proceso de autodestrucción.
El paciente estiro su brazo y Laura, nerviosa por lo que pudiera pasar, vertió el suero.