Capítulo 1: El Despertar de un Nuevo Camino
En el vasto continente de Xianwu, donde las montañas tocaban el cielo y las estrellas parecían acercarse a la tierra, la búsqueda de la inmortalidad era el sueño de muchos, pero la realidad de pocos. Los cultivadores, seres que dedicaban sus vidas al dominio de las fuerzas celestiales y terrenales, existían en todos los rincones del mundo, luchando por alcanzar el más alto de los reinos: la Inmortalidad Eterna.
En un rincón apartado de este continente, en una pequeña aldea rodeada por montañas y bosques impenetrables, vivía un joven mortal llamado Xiao Chen. Hijo de una humilde familia de agricultores, Xiao Chen había crecido entre las sencillas labores del campo y las historias que su madre le contaba acerca de los grandes cultivadores que ascendían al cielo. Para él, la cultivación era solo una fantasía, un sueño lejano que no pertenecía a su mundo.
Cada mañana, cuando el sol comenzaba a asomar tras las montañas, Xiao Chen ya estaba en el campo, con las manos cubiertas de tierra, sembrando arroz o cosechando vegetales. La vida en la aldea era sencilla, pero su corazón siempre soñaba con algo más. Después de las largas jornadas, ayudaba a su madre a preparar la comida o a cuidar de los pocos animales que la familia poseía. En los momentos de descanso, se sentaba junto al fuego y escuchaba con atención las historias de su madre sobre grandes héroes y cultivadores que lograban hazañas sobrenaturales.
Pero, a pesar de la fascinación que sentía por esas historias, la realidad era mucho más mundana. Xiao Chen nunca pensó que algo extraordinario pudiera ocurrir en su vida. Su existencia se limitaba a la rutina diaria, con pocos momentos de asombro y maravilla. La aldea era pequeña y solitaria, y su mayor ambición era ayudar a su familia a tener suficiente para comer y vivir sin preocupaciones.
Esa noche, el cielo brillaba con una luz inusualmente intensa. La luna estaba llena, iluminando las oscuras colinas que rodeaban la aldea. Xiao Chen, quien tras otro día de arduo trabajo en el campo se encontraba fuera, en la cima de una pequeña colina, mirando las estrellas, respiró profundamente el aire fresco. En ese momento, las preocupaciones cotidianas parecían desvanecerse, y su alma se perdía en la vastedad del cielo nocturno.
Había algo en el aire esa noche, algo diferente. Un viento extraño, como si la propia tierra estuviera respirando, soplaba desde las montañas. Fue entonces cuando un anciano apareció de la nada, como si el viento lo hubiera traído hasta él. Vestía una túnica deshilachada, su rostro estaba cubierto por una capa de arrugas profundas, pero sus ojos brillaban con una luz intensa y sabia, como si hubieran visto más de lo que cualquier mortal podría imaginar.
"Joven Xiao Chen", dijo el anciano, su voz tan suave como el viento, pero cargada de un poder innegable. "He venido a ti porque el destino ha decidido que el camino del cielo debe ser recorrido por ti."
Xiao Chen se sobresaltó, mirando al anciano con desconfianza. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué sabía su nombre? Y lo más extraño, ¿cómo sabía que algo dentro de él estaba despertando? Algo que no entendía.
"¿Quién eres tú?" preguntó Xiao Chen, su voz temblando un poco. "¿Qué quieres de mí?"
El anciano sonrió, como si estuviera esperando esa pregunta. "Soy un vagabundo del viento, un testigo del destino. He visto tu alma, joven cultivador. Tú, aunque mortal, tienes la marca del cielo. Y esa marca es lo que te llevará a la inmortalidad."
Con un movimiento de su mano, el anciano levantó una pequeña piedra blanca, brillante como la luna. La colocó en las manos de Xiao Chen.
"Esto es lo que te permitirá despertar, lo que te llevará más allá de los límites de lo posible. Se llama el Corazón del Viento Celestial. Absorbe su poder, y sentirás como si toda la energía del mundo fluyera dentro de ti."
Xiao Chen, sin comprender completamente lo que sucedía, sostuvo la piedra en sus manos. Inmediatamente, sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. Un poder que no había conocido jamás. En su interior, algo se encendió, como si una chispa de fuego hubiera comenzado a arder en su pecho.
El viento a su alrededor comenzó a volverse más fuerte, como si respondiera a su presencia. Las hojas de los árboles susurraban, y las montañas parecían respirar, sincronizadas con su energía creciente.
"Este es tu despertar, Xiao Chen", dijo el anciano, antes de desaparecer en una ráfaga de viento, como si nunca hubiera estado allí.
Xiao Chen se quedó allí, con la piedra en la mano, sintiendo el poder correr por sus venas. Pero al mismo tiempo, sentía una gran presión. La energía que ahora habitaba en su cuerpo no era algo que pudiera controlar fácilmente. Era vasto, incontrolable, y si no aprendía a manejarla, podría destruirlo por completo.
Pero también sabía algo más, algo que resonaba en lo más profundo de su ser: Este era solo el principio.
La noche se alzó aún más oscura y silenciosa. Xiao Chen miró al cielo una vez más. Un nuevo mundo se abría ante él, lleno de posibilidades infinitas y secretos por descubrir. No sería fácil, lo sabía. El camino hacia la inmortalidad era peligroso, lleno de pruebas y sacrificios. Pero algo dentro de él ardía con la determinación de seguir adelante, de no rendirse.
Con la piedra en la mano y el viento acariciando su rostro, Xiao Chen susurró para sí mismo:
"El Camino del Cielo... comenzaré a recorrerlo. No importa lo que cueste."
Y así, con su destino marcado por el viento, Xiao Chen dio su primer paso en un viaje que cambiaría su vida y su destino para siempre.