Xiao Chen despertó con el sol en lo alto, sus ojos aún nublados por el caos de la noche anterior. El cuerpo le dolía por el impacto, y la energía que había despertado en él parecía arder como una fiebre interna, una llama que no podía apagar. Alzó la vista y, por un momento, el paisaje que lo rodeaba le pareció diferente. Las montañas, antes imponentes, ahora se sentían más cercanas, como si pudieran alcanzarlo. El viento acariciaba su rostro, como si en lugar de ser una fuerza externa, fuera parte de él.
Aún sujetaba con firmeza el Corazón del Viento Celestial en su mano, la piedra que había marcado el inicio de su transformación. El brillo que emanaba de ella había disminuido, pero seguía irradiando una energía palpable. ¿Era esto lo que los grandes cultivadores buscaban? ¿Un poder tan incontrolable que parecía tanto una bendición como una maldición?
Se levantó lentamente, el suelo aún vibrando con los ecos de lo que había sucedido. La ráfaga de viento que el hombre misterioso había desatado lo había lanzado como si fuera un muñeco de paja, y, sin embargo, había logrado defenderse, aunque de forma torpe. La energía había respondido a su llamado, pero sin control. Era evidente que, a pesar de lo que había experimentado, no comprendía nada sobre lo que había despertado en su interior.
"Debe haber alguna manera de aprender a manejar esto", pensó Xiao Chen, con una sensación de desesperación. Sabía que si no dominaba el poder que ahora residía dentro de él, este lo consumiría. El recuerdo del hombre misterioso, con su rostro sombrío y su aura dominante, aún lo perseguía. Las palabras del extraño seguían resonando en su mente: "El caos te consume si no aprendes a dominarlo."
Tomó una profunda respiración y se sentó en el suelo, cruzando las piernas. Necesitaba pensar con claridad, debía encontrar una manera de calmar esa energía incontrolable. Recordó las enseñanzas que su madre le había dado, sobre cómo respirar para calmar la mente. Pero esto era diferente. Este poder no se calmaba con respiraciones tranquilizadoras. No había una meditación sencilla que pudiera frenar su voracidad.
En su interior, el poder seguía agitado, luchando por liberarse. Xiao Chen cerró los ojos, tratando de concentrarse. Al principio, no ocurrió nada. Solo el susurro del viento que lo rodeaba. Pero entonces, algo cambió. El viento se detuvo por un instante, y Xiao Chen sintió una ligera presión sobre su pecho. Era la conexión. El Corazón del Viento Celestial estaba respondiendo a su concentración, pero la energía era aún demasiado volátil, demasiado fuerte.
"Controla el viento. No luches contra él. Sé uno con él." La frase resonó en su mente, como si el mismo viento se la estuviera susurrando.
Abrió los ojos y levantó la mano lentamente. Los árboles cercanos parecían moverse a su alrededor, como si estuvieran respondiendo a su voluntad. Por un momento, las hojas se quedaron suspendidas en el aire, flotando a su alrededor en una danza silenciosa. Xiao Chen sintió una oleada de poder, pero también un gran agotamiento. Era como si hubiera tocado algo muy profundo dentro de él, algo que no estaba preparado para manejar.
"Esto es solo el principio", se dijo a sí mismo, mientras se tumbaba de espaldas al suelo para recuperar el aliento.
Pero el descanso no duró mucho. Un sonido fuerte interrumpió su concentración. Era un rugido, bajo y profundo, proveniente del bosque cercano. Xiao Chen se levantó rápidamente, mirando en todas direcciones. Algo o alguien se acercaba.
Un grupo de hombres apareció a través de los árboles, avanzando hacia él con paso firme. Llevaban armaduras de cuero y espadas afiladas, y sus ojos reflejaban una mirada dura y calculadora. El líder de ellos, un hombre de rostro severo, se adelantó, observando a Xiao Chen con una sonrisa burlona.
"¿Qué tenemos aquí?" dijo el hombre, su voz grave. "Un niño con un poder que no sabe controlar. ¿Realmente crees que puedes manejar lo que llevas dentro?"
Xiao Chen sintió cómo el poder dentro de él reaccionaba ante la amenaza. El viento comenzó a soplar a su alrededor, elevando las hojas y la tierra a su paso. El Corazón del Viento Celestial brilló de nuevo, como si respondiera a la hostilidad del momento.
"¿Quiénes son ustedes?" preguntó Xiao Chen, intentando calmar la agitación dentro de sí. Su voz temblaba, pero la determinación comenzaba a ganar terreno en su pecho.
El líder de los hombres sonrió. "Somos los Cazadores del Alma. Y tú, joven cultivador, eres nuestra próxima presa."
Con un movimiento rápido, los hombres desenvainaron sus espadas y rodearon a Xiao Chen. Sin embargo, el joven sintió cómo el viento a su alrededor comenzaba a moverse de nuevo, más fuerte que antes, como una respuesta a su miedo y a su necesidad de defenderse. Sin pensarlo, levantó una mano, y el viento a su alrededor se intensificó, formando una ráfaga que empujó a los hombres hacia atrás. El suelo bajo sus pies se agrietó, y Xiao Chen vio cómo el aire se torcía a su alrededor.
Pero, aunque el viento lo había obedecido, no era suficiente para detener a los Cazadores. El líder de ellos avanzó con una sonrisa fría y levantó su espada. "Así que tienes algo de poder. Pero eso no será suficiente para salvarte."
Xiao Chen sintió el miedo apoderarse de él. El viento comenzó a volverse incontrolable, su poder desbordándose nuevamente. Pero, justo cuando pensó que no podría detenerse, recordó las palabras del anciano: "El caos te consume si no aprendes a dominarlo." Decidió no luchar contra el viento, sino unirse a él.
Con un movimiento fluido, extendió ambas manos hacia el cielo, cerrando los ojos para centrar su energía. El viento, como si hubiera sentido su determinación, comenzó a calmarse. Se concentró en las corrientes que lo rodeaban, las guió con cuidado, y, con un fuerte suspiro, canalizó la energía hacia una dirección precisa. El aire se comprimió a su alrededor, creando una barrera invisible frente a los Cazadores.
El líder de los Cazadores, sorprendido, intentó avanzar, pero el viento lo detuvo. Xiao Chen estaba controlando su poder, por fin.
"Te he advertido", dijo el joven, con la voz más firme de lo que jamás había creído posible.
Los Cazadores retrocedieron, mirando a Xiao Chen con desconfianza. El líder, aún furioso pero ahora cauteloso, les hizo una señal para retirarse.
"Esto no ha terminado, joven cultivador. Te encontraremos de nuevo", dijo, antes de desaparecer entre los árboles con el resto de su grupo.
Xiao Chen se quedó allí, temblando, pero sintiendo una victoria silenciosa. El viento a su alrededor se calmó, y el poder dentro de él ya no se sentía como una carga, sino como una fuerza que, por primera vez, había logrado controlar.
Era solo el principio, pero Xiao Chen sabía que su viaje no solo sería hacia la inmortalidad, sino hacia el dominio de una energía mucho mayor. El Corazón del Viento Celestial lo había elegido, y, al parecer, el destino había comenzado a forjar su camino.