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HP: Ascensión Arcana

alex_kir
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Synopsis

Chapter 1 - Capítulo 1: Renacimiento

El primer sonido que percibió fue un zumbido lejano, como si estuviera sumergido en las profundidades de un océano oscuro. El sonido era constante, casi hipnótico, y lo envolvió en una sensación de calma inquietante. Luego, lentamente, la oscuridad comenzó a desvanecerse, como si una cortina de terciopelo negro se estuviera levantando para revelar un mundo nuevo. Una luz brillante, cálida y dorada, lo envolvió, y aunque no podía ver con claridad, sentía su presencia reconfortante.

Abrió los ojos, pero todo era borroso, como si mirara a través de un vidrio empañado. Figuras gigantescas se movían a su alrededor, sus siluetas distorsionadas por la falta de enfoque. Sus voces resonaban como ecos distantes, incomprensibles pero urgentes. Intentó mover sus extremidades, pero algo estaba mal. Sus brazos y piernas no respondían como deberían; eran pequeños, débiles, casi ajenos a él. Intentó hablar, pero solo salió un sonido extraño, un llanto débil y quejumbroso que lo tomó por sorpresa.

"¿Qué diablos está pasando?", pensó, su mente adulta luchando por comprender la situación. Las figuras se inclinaron sobre él, y aunque no podía distinguir sus rostros, sentía su presencia abrumadora. Una voz suave y melodiosa, como el susurro del viento entre las hojas de un bosque, dijo algo que no entendió. Otra voz, más grave y autoritaria, respondió con tono firme, como si estuviera dando órdenes. Él intentó concentrarse, pero su mente estaba nublada, como si estuviera atrapado en una niebla espesa que no le permitía pensar con claridad.

"Esto no tiene sentido...", pensó, mientras fragmentos de su memoria anterior comenzaban a resurgir. Recordó el hospital, las luces fluorescentes que parpadeaban en el techo, el olor a desinfectante que impregnaba el aire. Recordó a los médicos hablando en voz baja, sus palabras llenas de compasión y resignación. "Tumor cerebral... etapa terminal... no hay mucho que podamos hacer." Un dolor agudo lo atravesó, no físico, sino emocional. Recordó la desesperación, la impotencia de saber que su vida se escapaba entre sus dedos. Recordó sus últimas horas, rodeado de libros y cómics, tratando de escapar de la realidad a través de las historias que tanto amaba.

"¿Estoy muerto? ¿Es esto el más allá?", se preguntó, mientras las figuras seguían moviéndose a su alrededor. Intentó luchar contra la niebla en su mente, pero el cansancio lo venció. Sus ojos se cerraron, y la oscuridad lo envolvió de nuevo.

Cuando despertó por segunda vez, la niebla había desaparecido. Sus ojos, ahora más enfocados, miraron a su alrededor. Estaba acostado en una cuna, con barrotes de madera tallada y adornos dorados que brillaban bajo la luz tenue de la habitación. La cuna era grande, casi como un trono en miniatura, con detalles intrincados que representaban dragones y criaturas mitológicas. La habitación era enorme, con techos altos y paredes cubiertas de tapices que representaban escenas mágicas: dragones que escupían fuego, criaturas mitológicas que luchaban contra héroes, y símbolos alquímicos que parecían brillar con una luz propia. Una lámpara de cristal colgaba del techo, proyectando destellos de luz sobre los muebles de madera oscura y las alfombras gruesas que cubrían el suelo.

"Esto no es un hospital...", pensó, mientras movía sus pequeñas manos frente a su rostro. Las miró con incredulidad, notando lo diminutas y delicadas que eran. Sus dedos eran regordetes, casi como los de un muñeco, y sus uñas eran tan pequeñas que parecían de porcelana. "¿Soy un bebé?"

Intentó sentarse, pero su cuerpo no respondía como esperaba. En lugar de eso, solo logró mover los brazos y las piernas de manera torpe, como si estuviera aprendiendo a controlar un vehículo nuevo. Frustrado, dejó escapar un suspiro, pero solo salió un sonido suave y casi inaudible. "¡Esto es ridículo!", pensó, sintiendo una oleada de frustración. "He renacido. Esto no es un sueño. Esto es real."

Miró a su alrededor nuevamente, tratando de encontrar alguna pista que confirmara sus sospechas. La habitación era demasiado lujosa para ser un lugar común. Los tapices, los muebles, incluso la cuna en la que estaba... todo gritaba riqueza y poder. "¿En qué tipo de familia he nacido?"

Entonces, las voces regresaron. Esta vez, más claras, más cercanas. Una mujer entró en la habitación, seguida de un hombre. Ella era alta y elegante, con cabello rubio caramelo que brillaba bajo la luz de la lámpara. Sus ojos azules vibrantes lo miraron con una mezcla de amor y curiosidad. El hombre, por su parte, era severo y distante, con cabello rubio pálido y ojos dorados que brillaban como el metal precioso. Su postura era imponente, con hombros anchos y una cintura estrecha que denotaba fuerza y autoridad.

"¿Mis nuevos padres?", pensó, mientras la mujer se inclinaba sobre la cuna y lo levantaba con cuidado. Sus brazos eran fuertes pero suaves, y el calor de su cuerpo lo envolvió en una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo.

"Mi pequeño Dante...", murmuró la mujer, su voz suave y melodiosa. "Eres tan tranquilo. No lloras como los otros bebés. ¿Qué estarás pensando, mi amor?"

Dante la miró fijamente, tratando de entender sus palabras. Aunque no podía hablar, su mente estaba llena de preguntas. "¿Cómo sabe mi nombre? ¿Quién es ella? ¿Quién soy yo ahora?"

El hombre, Arndt, se acercó y lo miró con una expresión inescrutable. "Este niño llevará nuestro legado a nuevas alturas", dijo, su voz grave y autoritaria. "Ya lo veo en sus ojos. Hay algo diferente en él."

Alicia sonrió, acunando a Dante en sus brazos. "Tienes razón, Arndt. Dante es especial. Pero no lo presiones demasiado. Es solo un bebé."

Arndt frunció el ceño, pero no respondió. En lugar de eso, se acercó un poco más y extendió una mano grande y callosa hacia Dante. "Ven, déjame sostenerlo."

Alicia dudó por un momento, pero finalmente cedió, pasando a Dante a los brazos de Arndt. El cambio fue brusco. Mientras que Alicia lo había sostenido con suavidad, Arndt lo sujetó con firmeza, como si estuviera examinando un objeto valioso.

"Míralo", dijo Arndt, sus ojos dorados brillando con intensidad. "No llora, no se queja. Es como si ya supiera quién es."

Dante lo miró directamente a los ojos, sintiendo una mezcla de curiosidad y cautela. "Este hombre es peligroso", pensó. "Pero también poderoso. Tengo que aprender de él."

Alicia se acercó de nuevo, colocando una mano en el hombro de Arndt. "No lo asustes, cariño. Es nuestro hijo, no un experimento."

Arndt no respondió de inmediato. En lugar de eso, continuó observando a Dante con esa mirada penetrante. Finalmente, dijo: "Este niño será grande, Alicia. Lo sé. Pero tendrá que ser fuerte. El mundo no perdona a los débiles."

Dante sintió un escalofrío recorrer su pequeño cuerpo. "Este hombre no es solo severo... es despiadado. Tengo que tener cuidado con él."

Alicia suspiró, tomando a Dante de vuelta en sus brazos. "Ya tendrás tiempo de enseñarle todo eso, Arndt. Por ahora, déjalo ser un bebé."

Arndt asintió, pero su expresión no cambió. "Muy bien. Pero recuerda, Alicia, este niño es el futuro de los van Hohenheim. No podemos permitirnos ser indulgentes."

Dante escuchó cada palabra, sintiendo el peso de las expectativas que ya estaban siendo colocadas sobre sus pequeños hombros. "Así que soy el heredero de una familia poderosa... y ya esperan grandes cosas de mí."

Mientras Alicia lo acunaba, Dante cerró los ojos, sintiendo el cansancio apoderarse de él de nuevo. "He renacido... en un mundo nuevo. Y no solo eso, soy parte de una familia poderosa. Esto es una oportunidad... una segunda oportunidad."

Antes de que la oscuridad lo envolviera de nuevo, una última idea cruzó su mente: "Este es mi renacimiento. Y no voy a fallar."