Dante despertó en su cuna, sintiendo la suavidad de las sábanas de seda contra su piel. La luz del sol entraba por las grandes ventanas de la habitación, iluminando los tapices que colgaban de las paredes. Los dragones bordados parecían moverse bajo la luz, como si cobraran vida. Respiró profundamente, sintiendo el aire fresco y limpio que llenaba la habitación.
"Otro día en este mundo...", pensó, mientras movía sus pequeñas manos frente a su rostro. Aunque todavía no podía hablar ni caminar, su mente estaba más clara que nunca. Cada día que pasaba, se acostumbraba más a su nuevo cuerpo y a su nueva vida.
Escuchó pasos acercándose y reconoció de inmediato el sonido de los tacones de Alicia. Ella entró en la habitación, vestida con una túnica azul oscuro que resaltaba su cabello rubio caramelo. Sus ojos azules brillaron cuando lo vio despierto.
"Buenos días, mi pequeño Dante", dijo, acercándose a la cuna y levantándolo con cuidado. "¿Cómo dormiste? Pareces tan tranquilo... como siempre."
Dante la miró fijamente, tratando de comunicarse con su mirada. "Si tan solo pudiera hablar...", pensó, frustrado. Intentó decir algo, pero solo salió un sonido extraño, un balbuceo incomprensible. "¡Esto es ridículo!", pensó, sintiendo una oleada de frustración.
Alicia sonrió, acunándolo en sus brazos. "Tienes hambre, ¿verdad? Ven, vamos a alimentarte."
Dante sintió una mezcla de vergüenza y resignación cuando Alicia comenzó a desabrochar la parte superior de su túnica. "Esto es... incómodo", pensó, cerrando los ojos para evitar mirarla directamente. Pero sabía que era necesario. Después de todo, era su madre, y él era solo un bebé.
Alicia lo colocó contra su pecho, y Dante comenzó a alimentarse. Aunque la situación era extraña para él, no podía negar la sensación de comodidad y seguridad que le brindaba el calor de su madre. "Es raro... pero también reconfortante", pensó, mientras cerraba los ojos y se concentraba en el momento.
Cuando terminó, Alicia lo colocó sobre su hombro y le dio unas palmaditas suaves en la espalda hasta que eructó. "Muy bien, mi amor", murmuró, mientras lo acostaba de nuevo en la cuna. "Ahora descansa un poco."
Dante cerró los ojos, sintiendo el cansancio apoderarse de él de nuevo. "Tal vez pueda dormir un poco más...", pensó, mientras la oscuridad lo envolvía.
Cuando despertó, la habitación estaba en silencio. La luz del sol había disminuido, y las sombras se extendían por las paredes. Dante bostezó, estirando sus pequeños brazos y piernas. Pero entonces, algo llamó su atención.
En la esquina de la habitación, una pequeña criatura estaba parada. Era baja, de piel pálida y arrugada, con ojos saltones y orejas grandes como las de un murciélago. Vestía una tosca túnica y miraba a Dante con una mezcla de curiosidad y reverencia.
"¿Qué diablos es eso?", pensó Dante, sintiendo una oleada de miedo. Aunque su mente adulta trataba de mantenerse calmada, su cuerpo de bebé reaccionó de manera instintiva. Sus emociones, aún incontrolables, lo llevaron a llorar desconsoladamente.
La criatura al ver a Dante llorar, pareció asustarse. Sus grandes ojos se abrieron aún más, y con un chasquido audible, desapareció en un instante, teletransportándose fuera de la habitación.
El llanto de Dante resonó en la habitación, y en cuestión de segundos, sus padres irrumpieron en la habitación. Alicia estaba pálida, con una expresión de preocupación en su rostro, mientras que Arndt parecía alerta, listo para enfrentar cualquier amenaza.
"¿Qué pasa, Dante?", preguntó Alicia, corriendo hacia la cuna y levantándolo en sus brazos. "¿Qué te asustó?"
Pero antes de que pudiera responder, algo sucedió. La frustración, el miedo y la confusión que Dante sentía se acumularon en su pequeño cuerpo, y de repente, una energía mágica brotó de él. Una pequeña onda de fuerza invisible se expandió por la habitación, haciendo que los objetos cercanos levitaran y salieran disparados en todas direcciones.
Un libro voló hacia la pared, un jarrón se estrelló contra el suelo, y las cortinas se agitaron violentamente. Alicia y Arndt se quedaron paralizados, mirando la escena con una mezcla de asombro y sorpresa.
"¡Dante!", exclamó Alicia, sosteniéndolo con firmeza mientras la magia se desvanecía. "¿Qué acaba de pasar?"
Arndt, por su parte, tenía una expresión de orgullo y satisfacción en su rostro. "Es su despertar mágico", dijo, su voz llena de emoción. "Nuestro hijo ha despertado su magia... a los cinco meses."
Alicia lo miró, todavía incrédula. "Pero eso es... imposible. Los niños no suelen despertar su magia hasta los cuatro o incluso los once años."
"No es imposible", respondió Arndt, acercándose a Dante y observándolo con sus ojos dorados. "Es extraordinario. Dante es especial, Alicia. Lo sabíamos desde el principio."
Mientras sus padres hablaban, Dante se dio cuenta de lo que había sucedido. "Esa energía... fue mágica. Yo la causé", pensó, sintiendo una mezcla de asombro y emoción. "Este mundo es mágico... y yo también lo soy."
Entonces, recordó la criatura que había visto antes de que todo sucediera. Miró hacia la esquina de la habitación, pero la criatura había desaparecido. "Era un elfo doméstico", pensó, recordando las descripciones que había leído en su vida anterior. "Así que este mundo tiene elfos domésticos... y magia."
Alicia, todavía sosteniendo a Dante, sacó una varita de su túnica y la agitó con un movimiento preciso. "¡Reparo!", dijo, y en un instante, los objetos que habían volado por la habitación volvieron a su lugar, como si nada hubiera pasado.
Dante observó fascinado, sintiendo una conexión inmediata con la energía que emanaba de la varita. "Eso fue magia... magia real", pensó, mientras su mente comenzaba a trabajar. "Si puedo hacer eso... ¿qué más puedo hacer?"
Arndt se acercó y colocó una mano en el hombro de Alicia. "Nuestro hijo es un prodigio, Alicia. Esto es solo el principio."
Alicia asintió, mirando a Dante con una mezcla de amor y preocupación. "Sí, pero debemos tener cuidado. Un poder como este... no es normal. La gente hablará."
"Deja que hablen", respondió Arndt, su voz firme. "Dante es un van Hohenheim. Y los van Hohenheim no temen a nadie."
Dante los miró a ambos, sintiendo el peso de sus expectativas. "Esta es mi nueva vida", pensó, mientras la magia fluía a través de él. "Y la disfrutaré al máximo."