— Me sorprende que el director no sea un abuelo con medio cuerpo en la tumba. Ann mencionó eso mientras chupaba una paleta, yo estaba extrañamente callada, ni siquiera me encontraba pensando en algo que realmente me preocupara, pero esta interacción que habíamos tenido con Danther, se sentía muy antinatural, quizás era una tontería o un sexto sentido, igual que el que sentí aquel día cuando el mundo se apagó ante mis ojos, pero lo más seguro es que solo se tratase de un simple caso de desconfianza.— A mi me sorprendió algo que... Ana, ¿Por que nos dijo que sería divertido?
—En una academia tan prestigiosa como esta es imposible aburrirse, ¿Por que te extraña tanto?
Intenté darle otra razón pero lo que sentía ni siquiera era capaz de explicarlo, así que simplemente me convencí a mi misma de que ella tenía la razón y seguimos caminando en búsqueda del anfiteatro.— Supongo que tienes razón.— Es que te pareció lindo, ¿Verdad?
Negué con la cabeza, sabía que se trataba de una broma, pero aún así no podía imaginarme con alguien como el, aunque en realidad actualmente, no podía verme con nadie en lo absoluto, no estaba preparada para terminar de rehacer mi vida de esa manera pero me conformaba con estar en este lugar intentando convertirme en algo diferente a lo que yo era antes, sin mirar atrás.
— Ni en tus mejores sueños. — Ann me dedicó una mirada burlesca, como si se esforzara por no escuchar lo que yo había dicho, pero simplemente dejó el tema. — ¿Dónde mierda estará el auditorio?
Ambas nos quedamos mirando el mapa que había en frente de la entrada del edificio pasmadas y sin saber por donde comenzar hasta que ella encontró el número correspondiente del índice dibujado en el plano que simulaba el segundo piso, lo señaló con el dedo y acto seguido fuimos subiendo las escaleras en dirección al auditorio, ya pasaban cinco minutos de la hora, llegar tarde a nuestra presentación, sería como abandonar el barco antes de que zarpe, solo esperaba que nos tuvieran de nuevo, consideración.— Es aquí, Ann.Ella paró de leer todos los letreros habidos y por haber del pasillo y se tranquilizo, dando un suspiro profundo hasta que decidí tomar el pomo dorado de la doble puerta de madera amarillenta y pulida, lo único que queríamos era no interrumpir el discurso, pero parecía que el silencio que había en esa sala, era lo suficientemente profundo para darnos a entender que estaba a punto de comenzar.
Nos colamos por la puerta sin hacer mucho ruido y corrimos en cuclillas hasta la tercera fila, nos sentamos en el primer lugar que habíamos encontrado y justo después de nuestra llegada, Danther estrenó el escenario con una sonrisa resplandeciente, aunque parecía tan falsa que ni siquiera quedaba bien en su rostro, no por que fuera feo, por que simplemente se notaba que su intención el día de hoy, no era estar feliz.
Los alumnos empezaron a aplaudirle y nosotras lo hicimos igual que todos, por un momento cuando saludaba nos dedicó un saludo a Ann y a mi, aunque de nuevo, su único ojo me apuñalaba el cuerpo.
— Buenos días, queridas almas intrépidas, espero de verdad que esta bienvenida a Edenstein sea de su gusto, esta academia es un lugar donde la excelencia y el descubrimiento van de la mano, aquí no vienen solo a aprender y a entender, vienen a enfrentar los retos que este lugar trae consigo para ustedes, retos que les harán crecer mucho más de lo que hayan podido llegar a imaginar. — El director ensalzaba su puño al aire con un rostro vigoroso mientras caminaba de un lado al otro en el escenario.En su mano derecha, sujetaba el micrófono, incluso el agarre de este se incrementó, desde luego sabía como transmitir las emociones a través de su gesto e Ímpetu, no podía ser de otra manera, era un director con un espíritu de liderazgo muy marcado, justo lo que esta academia necesitaba.— Edenstein no selecciona a sus alumnos por casualidad, cada uno de ustedes ha sido seleccionado por poseer un potencial único. Ann recostó su cabeza contra mi hombro, era obvio y podía notar que este tipo de eventos le aburrían, así que simplemente dejé que reposara y seguí escuchando al director.—Los muros de este lugar guardan historias muy poderosas, algunas escritas en los libros, otras simplemente son susurradas por el tiempo... Pero lo más valioso no siempre está a simple vista, a partir de este año descubrirán que cada suceso en este lugar tiene un propósito y que si bien algunos de ustedes pueden sentirse perdidos en algún momento, lo desconocido siempre les acabará encontrando.
Aquello recorrió mi columna vertebral con un escalofrío tan intenso que ni siquiera pude ocultarlo. Lo que escuché junto a Ann no era un simple producto de mi imaginación, ni algo que pudiera racionalizarse sin desatar un temor visceral. Ambas nos miramos con la misma expresión incrédula, un reflejo de nuestra confusión y miedo.Volvimos la vista al escenario, tratando de encontrar alguna respuesta o confirmación de que aquello no era real. Pero entonces, lo vimos: su rostro. Su cabeza. Su único ojo. Su cuello. Todo su cuerpo se había girado hacia nosotras con una rigidez antinatural, como si fuéramos las únicas en esa sala que hubieran escuchado aquellas palabras capaces de congelar la sangre de cualquier ser vivo.El silencio del auditorio, que antes había sido solemne, ahora se sentía sofocante, como si el aire mismo conspirara para amplificar nuestra inquietud. Y en su mirada, fija e impenetrable, había algo que desafiaba cualquier lógica: una mezcla de reconocimiento y advertencia que solo hacía que mi piel se erizara aún más.No tardó en desviar su mirada cuando ambas clavamos nuestro iris hasta lo más profundo de sus sesos, confundidas nos seguíamos preguntando cual era el fin de este discurso y sobre todo, cual era el verdadero mensaje que Danther quería transmitir, quizás, solo quizás había una posibilidad de que aquello fuese una broma o simplemente, un juego para mantenernos entretenidos dentro de este lugar, pero cuando lo vi por primera vez, supe que aquel hombre, ocultaba mucho más dentro de el de lo que podría llegar a expresar.— No permitan que la imprudencia los guíe, Edenstein premia a los valientes pero también pone a prueba a aquellos que cruzan la línea.Aquello fue más que escalofriante y tétrico, miré a todo el público, parecían estar helados de la misma forma en la que lo estábamos nosotras, con la diferencia de que Ann y yo sentíamos que aquello, estaba especialmente dirigido a nosotras.— Como sus guías estaremos aquí para acompañarlos, pero no siempre tendremos las respuestas, por que algunas verdades solo pueden descubrirlas por ustedes mismos y quizás, más pronto de lo que se imaginan, Edenstein les dará su verdadero rostro.
El tenía las manos detrás de su espalda, estático detrás del atril, la mirada que tenía puesta en el horizonte parecía clavarse pero por sobre todo de su energía resplandecía tenebrosidad, curiosidad y por sobre todo, tristeza e inmundicia.— Jóvenes, no olviden estas palabras, en este lugar, "Lo que buscan, también les busca a ustedes" y con esto, bienvenidos a Edenstein, el lugar donde comienzan las historias que realmente importan.Justo en ese momento noté la mano de Ann sobre mi hombro y seguidamente con una voz que temblaba me susurró algo que me dejó helada.
— ¿Te has fijado en su parche?
Giré ligeramente la cabeza tratando de no llamar su atención, tratando de fijarme en lo que ella me estaba contando pero no era capaz de notar lo que ella parecía poder percibir con suma facilidad, pero cuando lo remarcó y lo vi, se me hizo imposible ignorarlo.
— Esta sangrando.
Había un hilo de sangre tan fino que, desde la distancia, era casi imposible distinguirlo. Sin embargo, a medida que se deslizaba con mayor intensidad, su presencia se volvió innegable, visible incluso para los más distraídos. Lo más inquietante era su expresión: su rostro permanecía inmutable, ajeno al dolor o al frío roce del líquido carmesí que trazaba un sendero por sus pálidas mejillas. Pero yo sabía, con la misma certeza con la que sentía mi propio pulso acelerado, que él también lo percibía. Esa herida lloraba más con cada segundo que sus ojos se posaban en los míos, como si mi mirada fuera el detonante de un sufrimiento mudo que él no intentaba detener.Él y yo nos quedamos mirándonos, y aunque intentara apartar mi mirada, algo mucho más fuerte me lo impedía. Era como si una fuerza invisible me anclara, intensificándose con cada segundo, igual que cuando vi su rostro el día anterior. No había diferencia alguna: de nuevo, aquel líquido carmesí emergía, cada vez con mayor intensidad.Finalmente, llevó una mano temblorosa hacia su rostro, tratando de contener la hemorragia, y comenzó a caminar hacia la subdirectora, quien lo esperaba a un lado del escenario con un pañuelo blanco en la mano. Su postura seguía firme, pero sus movimientos eran tensos, cargados de un esfuerzo evidente.Cuando la subdirectora presionó el pañuelo contra la herida y retiró el parche con cuidado, el flujo de sangre aumentó de forma alarmante, manchando el pañuelo en cuestión de segundos. En ese instante, el rostro del director se torció, atrapado en una mueca de dolor profundo, y de sus labios se escaparon palabras apenas audibles.No pude oírlas con claridad, pero mis ojos, incapaces de apartarse de los suyos, descifraron el movimiento de su boca. Cada sílaba era un susurro mudo cargado de un sufrimiento que parecía arraigado en algo más que lo físico.— "Está enojado... Es ella, Regina."Aquello resonó en mi mente con un peso inexplicable, como si al escucharlo algo frío y oscuro se instalara en mi pecho.— Ana, vámonos.— Pero aún queda mucho para terminar, ¿Qué te ocurre?
Negué con la cabeza casi al borde del ataque de nervios, no podía ni siquiera explicárselo, mucho menos en este lugar.
— Solo vámonos.
Me levanté de mi lugar y empecé a caminar por el pasillo central de los asientos, algunos alumnos se nos quedaron mirando hasta que llegamos a paso apresurado a la puerta del exterior.
Cuando la puerta del auditorio se cerró tras nosotras, sentí que no solo dejábamos el discurso de Danther atrás, sino que habíamos cruzado un umbral invisible hacia algo que nunca debimos haber despertado.