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Chapter 6 - Piel roja, sangre negra

Caminamos a paso ligero en completo silencio, tanto mi rostro como el de Ann mostraban confusión, aunque con una ligera diferencia, el mío estaba lleno de temor. Una parte de mi me decía que debía habérmelo tomado con más calma pero otra, que apuñalaba con fuerza mi corazón y lo agitaba me decía que yo no estaba del todo equivocada aunque realmente era incapaz de describir el por que estaba tan asustada.Agarré el brazo de Ann y la estiré en dirección al baño de mujeres, me puse a ver todos los cubículos y todos se encontraban vacíos así que era el momento oportuno para saber la opinión de Ann.

— ¿Qué te ocurre, Alicia? Sé que toda la reunión fue muy incómoda pero no tanto como para salir corriendo.

— Ann, ese hombre no es trigo limpio, de verdad sentí que me mataba con la mirada.

Ella hizo un rostro comprensivo, intentó tranquilizarme buscando una razón.

Se sentó en el banco del baño, yo apoyé mi trasero en el lavamanos esperando su respuesta, no sabía si sería capaz de convencerla pero de alguna manera teníamos que llegar a una conclusión, por dura que fuese o que por lo menos, fuera capaz de aliviar el mal trago.— Alicia, eres muy hermosa, seguramente fue por eso.

— No es solo por eso, Ann, lo siento aquí dentro. — Puse mi mano en el centro de mi torso, podía notar mi propio corazón latir. — No estoy enamorada, nada de eso, ¡De verdad siento que algo no va bien y después de la reunión lo tengo claro!

Ella tampoco se rió como cualquier persona lo hubiera hecho en su lugar al oírme decir aquellas barbaridades, solo se limitó a escucharme e intentar entenderme.— ¿Por que nos dijo todo eso? "Lo que buscan también les busca a ustedes" ¿No te pareció tétrico? — Ann asintió con la cabeza tímidamente, no lo quería reconocer pero efectivamente era así.

— Sí, fue muy raro...

— En la charla volvió a comentar la historia sobre Edenstein.

— Dijo que estaba en las hojas de los libros y en los susurros del tiempo, pero eso puede ser pura poesía, ¡Dios mío esto no es una jodida novela donde todos vayamos a ser asesinados!

— No, no lo es Ann, pero hay algo extraño, algo que no tiene sentido... —Mi voz se tornaba un murmullo casi inaudible mientras acariciaba mi barbilla con mi dedo índice.— ¿El qué? — Preguntó Ann, girando su rostro hacia mi.

— Ayer lo vi de lejos, mientras observábamos los lirios del Jardín. — Mi voz sonaba quebrada al recordar aquel momento, la tensión y la incertidumbre volvían a apoderarse de mi.

— ¿Y?

La miré directamente a los ojos y ella se levantó para que no tuviera que alzar tanto la voz.

— Lo encontré mirándome como si yo fuese un fantasma. — Mi voz se volvía algo ronca, tosí sobre el interior de mi codo. — Nos quedamos viéndonos por unos segundos y su ojo comenzó a sangrar de nuevo.— Y hoy de nuevo lo mismo...

— Sí, es como si verme creara una reacción que el no pudiese controlar, pero hay algo más. — Relamí mis labios mirando para el techo y suspiré para observar de nuevo el rostro preocupado de Ann, parecía que empezaba a comprender como me sentía.

— Cuando el bajó del escenario, no se si lo entendí bien, pero dijo algo de que alguien estaba enfadado, por que "ella" estaba aquí. — Y crees que con "ella" quería referirse a ti.

Asentí con la cabeza, algo avergonzada por que hasta yo era incapaz de creer lo que estaba pasando por mi mente en esos instantes.

— Sé que sueno como una loca, Ann, pero de verdad lo pienso.

Ann me miró con intensidad, como si estuviera analizando cada palabra que acababa de salir de mi boca. Su silencio comenzó a incomodarme, así que desvié la mirada hacia el espejo, donde mi reflejo no hacía más que intensificar mis dudas. ¿Estaba exagerando? ¿O realmente había algo más en todo esto?

— Alicia, no creo que estés loca. — Su voz sonaba suave a la vez que comprensiva. — Pero si esto te esta afectando tanto creo que debemos tomar cartas en el asunto y buscar respuestas, no podemos correr cada vez que algo extraño pasa.

— ¿Y como las conseguimos? — Le respondí, completamente frustrada, aunque inconscientemente cómica e irónica.—¿Le pregunto directamente por qué su ojo sangra cada vez que me mira? ¿O por qué parece saber cosas sobre mí que ni yo misma entiendo?

Ella negó con la cabeza sosteniéndome de los hombros y me habló con un autoridad que yo nunca había visto emerger de ella con tanto vigor y liderazgo.— Podemos empezar por lo más obvio, buscar información. — Ann se encogió de hombros como si para ella, eso no fuera algo de otro mundo, algo de mí me decía que esta no era la primera vez que le tocaba involucrarse en algo así. — El dijo que la historia de Edenstein está escrita en los libros y susurrada por el tiempo, ¿No? Entonces hay que empezar por la biblioteca, seguro que hay algo que pueda ayudarnos.La idea no me emocionaba pero tampoco estaba en posición de rechazarla, si había una mínima oportunidad de entender ese comportamiento, debía tomarla.— A tu manera entonces. — Mi voz sonaba decidida, preparada para tomar ese reto. — Pero si encontramos algo, deberemos estar preparadas para enfrentarlo.

Ella asintió con la cabeza y me besó la frente.

— Esperemos que anochezca y que no haya tanta gente en la academia, será mejor que la biblioteca esté vacía.

(...)La academia estaba mucho más vacía, eran las ocho de la tarde, ya habíamos completado nuestro horario de clase restante y fuimos a dar una vuelta por la ciudad en busca de ropa que nos pudiera gustar, fue una buena oportunidad para conocer más sobre el estilo de ropa que se llevaba en Edengard, durante aquel paseo pensamos lo peor de lo que podría pasar por la noche y prefirimos asegurarnos de que todo iba a estar en orden así que pasamos por un local de elementos de caza y compramos un cuchillo para cada una, claramente de la clase más baja.Ese plan se nos ocurrió cuando pasamos delante de la tienda, pero si no nos servía para esto y al final todo se resumía en nada, me gustaba la idea de tener algo con lo que defenderme en casa ahora que vivo sola.Ahora nos encontrábamos caminando por el jardín de la academia, habíamos pasado una tarde realmente estupenda pero la idea de pasearnos con un cuchillo escondido en el cinturón de nuestras faldas de uniforme donde lo único que lo tapaba era la chaqueta de traje ya me ponía suficientemente nerviosa, sobre todo teniendo en cuenta para lo que habíamos venido.— Recuérdalo, solo venimos a leer. — Asentí con la cabeza.

Adentrándonos al edificio, el ambiente tenebroso parecía aplastarnos. Era como si una neblina negra y opaca flotara en el aire, envolviéndolo todo en una atmósfera densa y cargada, lo suficientemente pesada como para provocarnos un punzante dolor de cabeza y hacernos querer retroceder. Sin embargo, lo que nos mantenía avanzando eran las palabras de Danther, resonando como un eco implacable en mi mente. Esas palabras que él deseaba grabar hasta en la parte más recóndita de nuestro ser; "Lo que buscáis, también os busca a vosotros."

¿Qué significaban realmente? Si éramos las buscadoras, ¿Qué íbamos a encontrar?Subimos las escaleras tomadas del brazo, fingiendo una conversación trivial que apenas escuchábamos, un débil intento de ahogar el temor. Pero nuestras manos temblaban, delatándonos. Ambas estábamos asustadas, y en ese momento, el temblor en los brazos de la otra se sentía como un reflejo de nuestro propio miedo.— Y si cuando estamos buscando, ¿Nos encuentra?

— Para eso compramos estos, Alicia, vamos a leer libros, nada más. — Ann susurró aquello sin despegar su mirada del camino.

Solo tomé su palabra y tragando saliva seguí transitando el pasillo frío y desolado, no había ni un alma y temía que realmente la hora de cierre del centro académico estuviese por llegar, tener que ingeniárnoslas para salir de este lugar y esquivando guardias nocturnos, no era mi plan para un segundo día y mucho menos lo era clavarle el cuchillo a alguien.Finalmente encontramos la biblioteca con el mismo dibujo tétrico tallado en la madera de aquella imponente puerta la cual Ann abrió sin pensar, el frío de aquel lugar, su polvo y su oscuridad nos tapó por completo, todo olía a polvo de repente, como si toda la porquería de los libros hubiese contaminado el aire.

— Hay que encontrar libros de esa época, Ann. — Nos miramos y las dos coincidimos en lo que yo acababa de decir. — Separémonos, iremos más rápido.

Yo me direccioné hasta la parte honda de la biblioteca, la más lejana a la puerta principal, empecé a mirar las estanterías mirando primero de todo donde podía encontrar la sección de "Libros de época" o al menos libros que se le pareciesen pero lo único que encontraba eran libros antiguos en un estado bastante bueno procedentes de autores como Kafka, Jorge Orwell, Edgar Allan, Lorca, para nada un libro que pudiera contener información sobre este lugar.— Tiene que ser alguno que no tenga edición... — Murmuré para mi misma, pasando el dedo por el lomo de los libros.Me subí a la escalera que había en la estantería, me pasé minutos inspeccionando cada libro, claramente con una mirada que iba por encima de los detalles, pero no había rastro hasta que recordé aquello que llevaba tanto tiempo en mis narices que ni siquiera llegue a replanteármelo. Rápidamente bajé los escalones, fuera quien fuera que guardara aquel libro con tanta estima jugaba a la jodida psicología inversa. Era un libro que de poseer, ni siquiera poseía sinopsis y que lo único que había escrito en su portada era un título en francés; "L'essence de la peau rouge" que en su traducción significaba...La esencia de la piel RojaAquel libro si mal no recordaba se encontraba en la parte delantera, colocado en un lugar central en la estantería que daba a la entrada, era distinguido entre todos los libros, en realidad no sé como no nos dimos cuenta de su excentricidad en todo este tiempo que llevábamos buscando como auténticas desquiciadas.— Ana, creo que lo encontré.Fui en dirección a la estantería donde lo vi por última vez, Ann giró sobre mi misma y luego me siguió hasta llegar a una librería que había justo a la derecha del ventanal enorme. Tenía miedo de que ya no estuviera pero en cuanto lo vi, situado justo en la mitad de todos los libros, con aquel decorado dorado y aquel tapiz rojo, no podía pasar desapercibido.Estiré mi brazo en dirección a el y en ese momento las ventanas se abrieron de un solo golpe de aire, como si de un aviso de muerte se tratara, lo mismo que pasó el día anterior cuando caminaba con la directora por el piso de administración. Retrocedí mi mano unos centímetros durante mi introspección al lugar, algo estaba avisándonos, avisándonos de que no tocáramos ese libro.

— Cuando llegué a esta biblioteca la primera vez, tenía en las manos este libro. — De repente lo recordé. — Justo cuando iba a empezar a leerlo, Regina apareció.

Fue entonces, en ese instante en el que aquella memoria volvió a mi cabeza que me di cuenta de que aquello que nos intentaba atormentar, no iba a ser más fuerte que nosotras, observé a Ann que no negaba ni afirmaba mis sospechas y volví mi vista al libro, esta vez sin dudar, lo estiré de la estantería y lo sostuve en mis manos.

— La esencia de la piel roja... — Lo abrí, toneladas de polvo invadieron nuestras narices y nuestros ojos, soplé y sacudí la primera página, Ann puso el dedo sobre la primera oración y empezó a recitar.— "Sangre por poder, voluntad por servidumbre. Recuerda, quién firma no negocia; el demonio siempre toma lo que desea y lo que te otorga es tan solo un préstamo."Aquello era más que tétrico, no estaba segura de que algo así pudiese estar ligado a lo que acontecía en este lugar, era demasiado surreal como para creer que esto era a lo que Danther se refería con lo oculto dentro de la biblioteca.— Un libro de satanismo en una academia. — Acaricié las páginas del libro, estaban extrañamente cálidas, aunque no lo suficiente para quemar la piel. — No creo que esto sea lo que buscamos, hay algunos centros de educación liberal que incluyen esta clase de libros en su biblioteca. 

Pasé la página, aquello se convirtió de nuevo en una página desperdiciada con una sola oración, Ann y yo nos sentamos en el sofá que había justo delante del ventanal, se veían las luces de la ciudad y la montaña parecía haber desaparecido en la oscuridad nocturna, hacía mucho frío.

— Mira lo que dice. — Ann parecía haberle recorrido un escalofrío por su columna. — "Todo aquel que lee estas palabras, ya ha cruzado el primer umbral"

Ambas quedamos calladas, impactadas y temblorosas, tanto que se nos quitaron las ganas de seguir inspeccionando, sin decir nada ambas sabíamos del arrepentimiento que sentíamos al venir a este lugar, ambas nos levantamos dejando aquel libro encima del sofá, tirado como si tocarlo quemara, aunque al contacto con mi piel, se incendiaba.

— Ann, me quiero ir de aquí, vámonos.— Me parece bien... no me esta gustando nada.

Una brisa de aire movía las cortinas y de golpe las ventanas se cerraron de la misma forma que lo habían hecho cuando se abrieron minutos antes, de repente y con un gran estruendo. Las luces parecían tornarse menos potentes y fue entonces cuando agarré de la mano a Ann y empecé a correr junto a ella hacia la puerta de salida.

Era tarde, se nos habían hecho las nueve de la noche, no había ni un solo alma y la academia había cerrado, las luces parpadeaban por los lugares en los que nosotras pasábamos hasta que finalmente dejaron de funcionar en las plantas altas debido al cierre de la academia.— ¡Mierda, mierda, mierda! — Tomé mi bolsa dejando de sujetar la mano de Ann y metí las manos desesperadamente en busca de la linterna de mi teléfono. — Aquí estas.Saqué mi teléfono con manos temblorosas, deseando con desesperación iluminar la oscuridad que nos envolvía. Pero en cuanto intenté encenderlo, un grito desgarrador rompió el silencio, helándome la sangre. Antes de que pudiera reaccionar, un estruendo ensordecedor sacudió el aire: el choque violento de sillas cayendo al suelo, como si algo inmenso y brutal las hubiera arrasado.La ausencia de Ann me golpeó como un balde de agua fría, al apuntar la tenue luz hacia adelante, el sonido de sus quejidos me guio. La encontré tirada en el suelo, a varios metros de donde había estado, su cuerpo doblado y tembloroso.Corrí hacia ella con el corazón desbocado, el miedo latiendo en cada paso. La luz temblorosa de mi teléfono apenas alcanzaba para iluminar su rostro, pálido y contorsionado por el dolor. Se sujetaba la cabeza con ambas manos, jadeando como si el impacto hubiera robado el aire de sus pulmones.Me arrodillé junto a ella, desesperado. La tomé por debajo del hombro para ayudarla a incorporarse, pero su cuerpo estaba rígido, como si el dolor no le permitiera moverse.Mi mente no dejaba de repetir la misma pregunta, como un eco aterrador: ¿Cómo es posible? ¿Qué clase de fuerza podía lanzar a alguien de 55 kilos tan lejos... y en tan poco tiempo?La sensación de que no estábamos solos se apoderó de mí, un frío inexplicable recorrió mi espalda. Algo, ahí en la oscuridad, nos estaba observando.— Ann, levántate. 

Ella negó con la cabeza sujetándose las costillas intentando abrir los ojos. La luz iluminaba su rostro pero dejaba todo el entorno en completa oscuridad, por mucho que tuviera miedo y que las lágrimas recorriesen mis ojos, no podía dejarla tirada. Acaricié su rostro poniendo mi mano sobre su frente, pero cuando logró enfocar su vista su expresión me heló, su iris se hizo pequeño y su voz se quebró.

— ¡Detrás!

Aquello sonó tan redundante que la mano que me cubrió el cuello no me dejó ni retomar el aire que Ann me había robado con aquella palabra. Mi cuerpo fue estampado contra la pared y la mano de aquel ser desconocido me tomó por el cuello, solo podía sentir unas manos jóvenes sobre mi cuello intentando asfixiarlo, cuando escuché su voz supe que era esto a lo que Danther se refería.

— ¡Te encontré!

Aquella voz aparentaba estar ida y era tan inestable y rasgada que parecía que aquello era nombrado por el mismísimo demonio, su fuerza me ahogaba y me levantaba en el aire en sus brazos, le di una patada en la boca del estómago para debilitarle mientras intentaba gritar para pedir ayuda. Fue en el momento en el que el me soltó para recuperar el aire que no lo pensé dos veces para desenvainar el cuchillo, no podía verle, al separarse la oscuridad lo había escondido, lo único que me iluminaba era la luz del teléfono que había dejado caer en el suelo.

— Déjanos en paz, ya no te vamos a molestar, por favor.

— Las puertas del abismo solo se abren para aquellos que son suficientemente valientes... O insensatos, ¿Cuál de los dos eres tú?

Negué con la cabeza, dando vueltas continuamente sobre mi misma, enalteciendo el cuchillo con orgullo y miedo, amenazante contra aquel hombre.— No te voy a escuchar, ¡Vete o mátame de una jodida vez!

— Matarte ahora sería aburrido, Alicia. — Su risa gutural llenó el espacio, reverberando como un eco sin fin. — Prefiero verte romperte poco a poco... hasta que implores por el final.

 Negué con la cabeza, su voz sonaba por varios lados a la vez, las lágrimas acariciaban mis mejillas y el eco de mis sollozos golpeaba contra las paredes de la academia.— Alicia... — Murmuró Ann con la voz débil y quebrantada.— No es real...

— ¿De que hablas, lo estoy escuchando, ¡Yo lo vi!

— Es un truco... — Ann apretó sus costillas con una mano mientras se arrastraba hacia mí. — Quiere jugar con tu mente. No lo escuches. No lo mires.— ¡No puedo ignorarlo! ¡Está aquí, Ann! — grité, mi propia voz quebrándose mientras sostenía el cuchillo con más fuerza.— Valiente... aunque algo imprudente, ¿no crees? — La voz se deslizó suavemente a mi lado, tan cerca que pude sentir su aliento sobre mi piel.

Una brisa fría rozaba mi nuca, tras eso sentí algo rozar mi brazo, como si una garra hubiese tratado de atraparme antes de que yo diese un paso hacia adelante. En ese momento ni siquiera lo pensé, di la vuelta sobre mi misma empuñando el cuchillo con las intenciones más claras que sentí nunca antes en mi vida, como una corriente de energía que me pedía su sangre para la mera supervivencia. 

El cuchillo se clavó en su cuello, Ann se levantó como pudo y yo me quedé viendo como el cuerpo de aquel chico se encontraba dando pequeñas convulsiones, la luz del celular que aún mantenía la linterna encendida me dejó ver de quién se trataba cuando Ann se acercó para iluminar el cuerpo.

— Mierda...

Aquel chico, ni siquiera lo reconocía, no sabía quién era pero vestía el uniforme de la academia, solo era un alumno y su cuerpo aún daba pequeñas convulsiones en un intento de sobrevivir, sus ojos se clavaban en todo mi ser como un puñal que amenazaba con que nada de esto terminaría aquí realmente, sonreía mientras aquellos chorros de sangre abundantes salían como una fuente de su yugular, no tenía la fuerza para reparar el daño ni mucho menos el estómago para retirar el cuchillo del cuello de aquel hombre, la vida de sus ojos ya había desaparecido, ya no brillaban y ya ni siquiera emanaba odio.

— Lo maté, Ann... — Ella tampoco sabía que decir, solo agarró mi mano con firmeza y me obligó a seguirla hacia la salida, no podía ver su rostro, por que ella se empeñaba en ser fuerte, pero sabía que estaba igual de derrotada que yo. — Esta muerto...— Fue en defensa propia, Alicia... Vámonos.

— Yo lo hice.