La cueva era fría, húmeda y silenciosa.
Bueno, casi silenciosa.
Drip.
El sonido del agua cayendo de las estalactitas era lo único constante.
Drip.
Era como un metrónomo, marcando cada segundo que pasaba.
Me había acomodado en una esquina, abrazándome las piernas, intentando encontrar una posición en la que no sintiera el frío de la piedra contra mi piel. Pero el verdadero frío estaba dentro de mí.
Mis manos temblaban.
Las levanté a la tenue luz de la luna que entraba por la entrada de la cueva y las observé con detenimiento. No eran mías.
Bueno… sí lo eran. Pero no las reconocía.
Miré mi reflejo en un charco de agua cercana. La chica de cabello negro y piel gris me devolvió la mirada.
No pude evitar hacer una mueca.
—¿Quién eres? —susurré.
Pero sabía la respuesta. Era yo.
Yo… que una vez fui un chico. Que tuve una vida completamente distinta. Que desperté aquí, en este cuerpo, en este mundo.
Mi respiración se volvió más pesada.
¿Qué significaba esto?
¿Qué significaba ser yo ahora?
¿Era realmente Marceline? ¿O era solo una sombra de alguien que ya no existía?
Los pensamientos se agolparon en mi cabeza como una tormenta, cada vez más oscuros, cada vez más pesados.
Drip.
Respiré hondo.
Intenté calmarme.
Drip.
Mi reflejo seguía ahí, inmóvil, observándome con la misma expresión de confusión y miedo.
Drip.
Las lágrimas amenazaban con salir, pero me las tragué.
Porque al final del día, había una verdad que no podía ignorar.
Estoy viva.
Cerré los ojos y dejé que el pensamiento se asentara en mi mente.
Podría haber muerto. Podría no haber existido más.
Pero aquí estaba. En un mundo nuevo. En un cuerpo nuevo. Con una nueva oportunidad.
No tenía sentido seguir lamentándome. No podía cambiar esto.
Pero sí podía seguir adelante.
Solté un suspiro y volví a mirar el reflejo.
—Supongo que tendré que acostumbrarme a ti.
La chica en el agua me sonrió de vuelta.
No era una sonrisa forzada.
Era… aceptación.
Me recosté contra la pared de la cueva, sintiendo cómo la tensión en mi pecho se disipaba poco a poco.
El sonido del agua goteando siguió marcando el tiempo.
Mañana, encontraría un camino.
Porque si iba a vivir, iba a hacerlo bien.
El amanecer en Ooo era una cosa rara. Colores demasiado vivos, formas imposibles en el horizonte, y un aire que olía a… chicle?
No estaba segura, pero tampoco era mi prioridad averiguarlo.
[Nueva misión activada: Hogar Dulce Hogar]
Objetivo: Encuentra un lugar adecuado para construir tu hogar.
Recompensa: ???
El mensaje del sistema apareció justo cuando me estiraba después de una noche fría en la cueva.
—Oh, ¿ahora sí quieres ayudarme? —murmuré.
Ayer había sido un día difícil. Las preguntas, la identidad, la aceptación… Pero ya había tomado una decisión. Si iba a estar atrapada en este mundo, iba a hacer las cosas bien.
Y para eso, necesitaba un lugar donde empezar.
Con eso en mente, me puse en marcha.
Opción: El Bosque Tenebroso
Era un bosque denso, oscuro, y con una vibra 100% gótica. Árboles retorcidos, niebla flotando entre las raíces y el ocasional sonido de un búho que claramente tenía ganas de matarme.
[Beneficio: Aislado y atmosférico.]
[Peligro: Criaturas hostiles no identificadas.]
—Eh… me gusta lo gótico, pero no tanto como para morir en la primera semana.
Descartado.
Opción: Montaña del Ojo Rojo
Una montaña enorme con una vista increíble de todo Ooo. Ideal para un castillo con vibes de reina vampírica.
[Beneficio: Excelente visibilidad y defensas naturales.]
[Peligro: Algo me está mirando.]
Sentí un escalofrío recorriéndome la espalda. Había algo en esa montaña… y me estaba observando.
Descartado.
Opción: Cueva de Cristal
Una enorme cueva subterránea con paredes de cristal que reflejaban la luz de formas hipnóticas. Era preciosa… pero también inquietante.
[Beneficio: Oculta y mágica.]
[Peligro: Ecos extraños en la oscuridad.]
No estaba segura de si eran solo ruidos del lugar… o algo más.
Descartado.
Opción: Isla Flotante
Una pequeña isla flotante que se movía lentamente por el cielo. Definitivamente un lugar único.
[Beneficio: Nadie puede molestarme.]
[Peligro: ¿Cómo subo?
No tenía alas aún, y tampoco confianza en que no se me cayera la casa en medio de la noche.
Descartado… por ahora.
Suspiré, con las manos en la cintura. Ningún lugar era perfecto.
Pero algo era seguro: este mundo estaba lleno de posibilidades.
Y encontrar mi hogar era solo el comienzo.