Kaito se adentró en el templo, sintiendo la energía oscura y misteriosa que lo rodeaba. El susurro débil que había escuchado antes se volvió más fuerte, y podía sentir una presencia invisible que lo observaba.
De repente, una figura emergió de las sombras. Era un anciano con ojos sabios y una barba larga y blanca.
—Bienvenido, Kaito —dijo el anciano con una voz grave—. He estado esperándote.
Kaito se sintió incómodo ante la presencia del anciano, pero también sentía una curiosidad insaciable por saber qué secretos escondía el templo.
—¿Quién eres? —preguntó Kaito, tratando de mantener la calma.
El anciano sonrió y se acercó a Kaito.
—Soy el guardián del templo —dijo—. Y tú eres el elegido para descubrir su secreto.
Kaito se sintió confundido por las palabras del anciano.
—¿Qué secreto? —preguntó Kaito, tratando de entender lo que estaba pasando.
El anciano lo miró con ojos serios y graves.
—El templo esconde un secreto oscuro —dijo—. Un secreto que podría cambiar tu vida para siempre.
Kaito se sintió atraído por la idea de descubrir un secreto tan grande.
—¿Qué es? —preguntó Kaito, tratando de contener su curiosidad.
El anciano suspiró y comenzó a hablar en un tono bajo y misterioso.
—Hace muchos años, un poderoso ser creó este templo para esconder un objeto sagrado —dijo—. Un objeto que tiene el poder de controlar la luz y la oscuridad.
Kaito se sintió asombrado por las palabras del anciano.
—¿Qué objeto? —preguntó Kaito, tratando de entender lo que estaba pasando.
El anciano lo miró con ojos tristes y graves.
—Un cristal sagrado —dijo—. Un cristal que tiene el poder de absorber la luz y liberarla cuando sea necesario.
Kaito se sintió confundido por las palabras del anciano.
—¿Por qué me estás contando esto? —preguntó Kaito, tratando de entender su papel en todo esto .
El anciano sonrió débilmente .
Porque tú eres el único que puede encontrar el cristal sagrado , dijo