El hombre barbudo mira a las personas en frente de el: un niño, un joven y una mujer con pelo castaño... Por un momento Patricia y el hombre se miran a los ojos con incertidumbre en sus ojos, ambos apartan la mirada rápidamente, el hombre, llegado un momento vuelve al niño.
"¿Y bien? ¿Para que viniste?"
A Ren se le corta la respiración, sorprendido por el contacto anterior entre su madre y el hombre, los mira desconcertado y luego descarta el pensamiento.
"N-necesitamos un lugar para dormir..."
Dice Ren con su voz casi rompiéndose y con lagrimas en sus ojos.
"Esta no es una posada niño, no me dedico a acoger extraños. Busca otro lugar."
Ren decepcionado baja la mirada al piso mientras sus lagrimas caen, se arrodillas y se sujeta la camisa con fuerza y se muerde el labio inferior.
'Mierda... Ya buscamos todo el día y no tenemos donde ir...'
Damián da un paso adelante.
"Si estamos aquí es porque no tenemos otro lugar donde ir... Si nos ayudas te pagaremos lo justo."
Dice Damián tratando de mantener su voz angustiada.
"No puedo dejar que entren a mi casa como si nada, solo hice algunos negocios con el niño y ya."
El hombre sin aparente razón se niega rotundamente por alguna razón, mira a Patricia a los ojos y dice.
"Váyanse, aquí no encontraran nada."
Patricia se muerde el labio inferior y desvía la mirada.
Cuando Ren y lo demás están a punto de irse derrotados, este recuerda algo.
Se agacha en el piso y coloco un objeto largo cubierto de trapos en el suelo.
Quitando los trapos con sus temblorosas manos y a la vez limpiándose sus húmedas mejillas, saca con cuidado una espada negra oxidada simplona, lo único diferente es una gran franja blanca que recubre mas de la mitad del dorso de ella.
"D-dijiste que era muy valiosa... ¿No?"
Ren mira al hombre con una mirada agria, el hombre solo baja la cabeza y vacila entre Ren y la espada en su pecho.
"No la puedo aceptar... Es muy valiosa..."
Ren se levanta temblorosamente y con dificultad empuja la espada contra el pecho del hombre.
"No me importa."
Dice con un tono mas serio de lo habitual.
"Si es suficiente para que nos dejes entrar te la daré... así que, déjanos entrar..."
El hombre mira a Ren con ojos agrios, sus ojos llenos de arrepentimiento miran a Patricia al rostro, esta sigue mirando al suelo con vergüenza e impotencia, sin poder hacer nada para ayudar a su hijo.
"Esto..."
El hombre trata de negarse una vez mas pero Ren lo detiene con grito desesperado que retumba en los alrededores.
"¡No me importa! ¡Te la daré! ¡Incluso si decides rechazarla!"
Dice Ren con sus ojos llenos de lagrimas que caen bajo la luz de la luna llena, su cuerpo tiembla mucho, y cada vez su empuje de la espada hacia el hombre crece mas.
El hombre mira a Ren y se calma, sus ojos vuelven a la normalidad y dice con indiferencia.
"Uff... Pasen..."
El hombre mira hacia la luna mientras deja que pasen, ellos pasan silenciosamente por la puerta y solo Patricia se detiene un momento antes de recibir el asentimiento del hombre.
'Llego el momento...'
Dice mientras cierra la gran puerta de roble con fuerza, el chirreo de la madera hace eco en la silenciosa noche.
*****
Elviroon esta quieto sobre su gran caballo blanco, encima de una duna sobre el desierto con un ejercito de mas de 10000 personas formados en filas a sus espaldas, y la luz del amanecer regándose encima de el, con su cabello plateado ondeando con el viento su figura majestuosa se hace mas prominente.
'Están cerca, puedo sentirlo, dentro de poco se darán cuenta de la falta del huevo y cuando empiecen a buscarlo no tardaran mucho en darse cuenta donde esta...'
Jean quien esta unos pasos atrás de el, lo mira con preocupación palpable, mientras el viento y la arena golpean mas fuerte, Jean mira la inamovible espalda del comandante.
'¿Que estará pensando?'
Aunque llevaba tiempo conviviendo con el, su cara estoica y sus pocas reacciones hacían que fuera imposible descifrar que pensaba.
Una gran ventisca golpeo a Jean, esta cubrió su rostro con su mano y luego miro en dirección al amanecer, los rayos naranjas bañaban el desierto, cuando Jean devuelve su mirada al comandante ella ve algo inaudito.
'El... ¿Estaba sonriendo hace un momento?'
"Volvamos y preparemos las defensas."
Jean todavía sorprendida por la escena que acababa de presenciar solo pudo asentir hacia Elviroon.
"Esta bien..."
El tono anaranjado del amanecer cambia y vuelve al intenso amarillo brillante común del desierto.
'Al final sigue siendo un humano...'
*****
Ren se levanta por la mañana, cansado por lo de ayer, el esta en una habitación vacía, solo con unas mantas en la que dormía un pequeño ventanal en lo alto que dejaba entrar la brillante luz solar de la mañana.
Se levanta somnoliento, parado en medio de la vacía habitación de piedra un sentimiento indescriptible llenaba su interior, mientras la caliente luz solar quemaba su piel, Ren coloco una de sus manos en su rostro, dándose cuenta de algo extraño, al separar su mano de su rostro y mirarla hacia abajo vio algo inexplicable.
'... ¿Lagrimas?'
Sacándolo de sus pensamientos una voz familiar lo llamo.
"¡Ren vamos a comer!"
Ren se limpio la cara lo mas rápido que pudo, y se movió hacia la sombra de la habitación.
Un suave chirrido sonó mientras la puerta se abría, su madre entro y camino hasta donde anteriormente estaba parado Ren.
"Vamos."
Su madre extendió su mano, mientras la luz de la pequeña ventana iluminaba la cálida mano de su madre, Ren la tomo, y al instante sintió como esa sensación anterior desaparecía sin dejar rastro siendo remplazada por olas de felicidad que recorrían cada parte del cuerpo de Ren.
'No importa, mientras ella este conmigo, todo estará bien...'
Se limpia unas lagrimas que habían caído en su mano y camina junto a su madre por el pasillo de piedra, que a pesar de lo frio que era, Ren en ese momento solo sintió calidez, sin saber que seria la ultima vez en mucho tiempo que experimentaría eso.
*****
Elviroon se paro sobre la muralla que recorría todos los alrededor de la ciudad, teniendo una vista impecable de ella, con el sol ya en medio del cielo el miraba hacia la ciudad con melancolía.
'Pronto todo esto serán solo ruinas...'
El fuerte sol hacia brillar la armadura de Elviroon que de por si era brillante, haciendo que ahora, pareciera que su armadura fuera completamente blanca, Elviroon sintió el sol quemar su cara mientras se amarraba el pelo, mirando hacia la ciudad y con el desierto de espaldas el solo pudo rezar por aquellas personas que iban a morir este día.
'Pobres almas...'
Una voz femenina y feliz interrumpe sus pensamientos.
"¿En que piensas comandante?"
Jean se acercaba al comandante con una sonrisa y sus dos manos en su espalda.
"Solo estaba reflexionando."
Jean se pone a su lado, dejando que su cabello castaño cubra su rostro.
"Jum... Te gusta mucho el sol, pero yo sinceramente prefiero la luna, me parece mas elegante."
"No me gusta el sol."
Jean parece un poco confundida, y alza una ceja mientras lo mira de reojo.
"Y... A mi también me gusta la luna."
Dice con tono melancólico, apretando el mango de su espada.
"Bueno, pero la puedes ver de noche, ella nunca se ira de ahí."
"Si ella no se ira a ninguna parte..."