Elviroon esta parado sobre la muralla viendo en la distancia del desierto, a través de las dunas se ven varias nubes de polvo acercarse a grandes velocidades, con el sonido de fuertes pisadas en la arena y rugidos atronadores, su corazon palpita fuertemente mientras piensa.
'Aquí vienen.'
Elviroon desenvaina su espada de plata, y la apunta hacia las nubes polvo que se acercan.
"¡Soldados!"
Se escucha el sonido de las placas de metal rechinando por todo el lugar, los soldados, vestidos con armaduras de placas pesadas y de cuero ligero escuchan atentamente a Elviroon, el sudor frio y caliente corriendo por sus cuerpos aportan al nerviosismo de todos.
"¡Cierren la entrada con una formación cerrada ¡Hagan un cuello de botella para evitar que todos los Labarts entren al mismo tiempo! ¡Si dejan que esas bestias crucen todos moriremos!"
Los soldados siguen las ordenes de Elviroon y se apresuran a ponerse en posición para bloquear la puerta.
Los que visten armaduras pesadas se posan al frente sosteniendo gruesos escudos tapan toda la entrada haciendo que queden unos apoyados en otros, los lanceros, con una armadura mas ligera colocan sus lanzas sobre los escudos y los soldados ligeros, vestidos con chalecos de cuero y ropa de tela esperan su momento atrás, con espadas de una mano para atacar.
"¡Jean!"
"¿Si comandante?
"Lleva dos escuadrones contigo y recorre las murallas, asegúrate de que los Labarts no busquen otra entrada."
Dijo Elviroon con su voz calmada y sin titubear a pesar de la situación.
"¡Entendido!"
Mientras Jean se va, Elviroon se voltea y mira una formación compuesta por mercenarios y aventureros, los mercenarios vestidos con armaduras de placas rudimentarias y armas pesadas, los aventureros con armaduras de cuero ligera y varios accesorios, hay varios nerviosos y asustados con toda la situación, pero la mayoría permanece calmado, después de todo, luchar contra la muerte era el pan de cada día para muchos.
"Escuchen, ustedes divídanse en dos escuadrones, si los Labarts logran atravesar las defensas ustedes tienen que retenerlos, recuerden que su punto débil es justo debajo de su boca..."
Elviroon nota la incertidumbre y antes de atreverse a pronunciar un discurso este se calla y dice.
"Sobrevivan."
Los mercenarios y aventureros se tensan y miran a Elviroon con algo de esperanza en sus ojos.
"¡Si señor!"
Dicen todos al unísono, cuando se dividen inmediatamente van en direcciones opuestas con el objetivo de cubrir el mayor área posible.
'Bien, todo va bien, pero no nos podemos confiar...'
Los rugidos de los Labarts y el sofocante calor del desierto hacen temblar a los soldados, con dientes y metal rechinando por igual ellos se preguntan: '¿Saldremos vivos?', rápidamente descartan esa idea, después de años bajo su mando, ellos confían plenamente en su comandante.
Los soldados mas viejos sueltan una sonrisa irónica cuando por fin ven a las bestias, su boca llena de colmillos monstruosos y saliva burbujeante, sueltan un gran aullido, y poco a poco las manadas de Labarts se juntan creando un gran conjunto de ellos, su cuerpo escamoso y ojos amarillos crean escalofríos en los cuerpos de los soldados.
Solo una persona se mantiene imbatible, Elviroon, en las grandes murallas mira hacia abajo con su melena ondeando no mueve un musculo, como una estatua sin emociones.
Los Labarts chocan contra la puerta haciendo resonar un gran estruendo en las cercanias, el sonido del metal chocando contra escamas y garras cubre todo el lugar.
Los Labarts intentan atravesar la puerta pero son detenidos por las robustas defensas y las afiladas lanzas de los soldados, los soldados ligeros se apresuran a buscar el punto débil de los Labarts, cuando un joven soldado ve una brecha inmediatamente salta sobre las defensas.
"¡Detente!"
El grito ahogado de un soldado veterano, pero haciendo caso omiso a sus palabras se desliza bajo un Labart aturdido y cuando esta debajo lanza un corte preciso debajo de su mandíbula y logra atravesarlo, cometiendo un gran daño al Labart.
'Bien, ahí va uno...'
Cuando el soldado salta hacia atrás tratando de volver a su formación, dos gigantescas fauces se abrieron a su izquierda, sin poder hacer nada fue devorado por el Labart, solo dejando su brazo colgante en los dientes de la temible bestia.
Una grande sangre baño a los soldados con escudos, pero estos no se movieron, solo mirando con ojos angustiados a las bestias, la muerte, tan natural en el campo de batalla, no era mas que el día a día de los soldados del frente.
El choque de las bestias contra las defensas continuaba, llenando el aire con un caos ensordecedor. Los rugidos de los Labarts y los gritos de los soldados se mezclaban con el rechinar del metal y el golpe seco de las lanzas perforando escamas. Elviroon observaba desde lo alto de la muralla, sus ojos fijos en la batalla, evaluando cada movimiento con precisión casi sobrehumana.
A pesar del trágico final del joven soldado, la formación permanecía intacta. Los escudos seguían bloqueando la entrada, mientras las lanzas se clavaban con fuerza en las bestias que intentaban abrirse paso. La disciplina inculcada por años de entrenamiento era evidente.
Elviroon saco su gran espada en dirección hacia las bestias y dijo en un grito que atravesó el caos de las murallas.
"¡Mantengan la formación!"
La batalla seguía, sin disminuir su ritmo, los soldados ligeros remataban a las bestias cuando estaban debilitadas, lo que ocasionaba que muchas veces ellos fueran devoradas, causando la mayor parte de las bajas en el frente.
'Aguantemos hasta que Jean termine la inspección...'
De repente el ruido de un edificio derrumbándose en el centro de la ciudad llama su atención, cuando gira sobre sus talones para ver la causa no puede evitar fruncir el ceño.
*****
Jean, recorrida las murallas a gran velocidad junto a soldados vestidos con capuchas negras y armadura de cuero, mientras miraba la base de la muralla exterior, se detuvo con sudor frio recorriendo su rostro.
A un par de kilómetros se veía un agujero en la arena, suficientemente grande para que desde las murallas se viera perfectamente, Jean gira sobre sus talones solo para escuchar el ruido de un edificio callándose.
'¡Mierda!'
Jean baja la muralla rápidamente por una escalera, cuando esta a la altura de los edificios salta sobre uno de ellos, con su caída varias losetas de barro se quebraron y otras cayeron, Jean viendo ahora mas de cerca solo puede maldecir.
Un Labart un poco mas pequeño que los de la puerta sale de las ruinas del edificio, con sus garras rompiendo la piedra y sus grandes fauces rezumando saliva su cuerpo escamoso se asoma.
*****
En la otra punta de la ciudad, una vieja torre de piedra emerge entre las casas rudimentarias.
Dentro, Ren esta caminando por un pasillo de piedra con solo un candelabro, ajeno al caos que ocurre en otro lugar.
"¿Te gusta el café?"
Una voz gruesa y madura proveniente de una habitación cercana llama la atención de Ren, cuando se acerca la ve entre abierta, cuando ve por la abertura ve a su madre sentada en un sofá de tela.
"Si..."
'¿Que hará con el señor?'
El hombre le entrega el café a patricia en una taza de porcelana blanca sin detalles, cuando Ren esta a punto de cruzar escucha una frase que le llama la atención.
"Fue mi culpa."
Dijo el hombre con un tono melancólico y fríamente a la vez.