Zhao Yuxiang se sobresaltó.
Observó cuidadosamente a Gu Qiaoqiao.
—Tiene sentido que todos me llamen tonta. Ni siquiera puedo recordar cómo lucía mi madre cuando era joven, pero supongo que no te parecías a ti; de lo contrario, habría sentido que te veías familiar. Mi madre y yo solíamos tomarnos fotos juntas, pero la casa en la que vivíamos se incendió hace cinco años y todo se quemó hasta convertirse en cenizas... —dijo avergonzada.
—Es normal, realmente. Si no miro fotos, tampoco puedo recordar cómo lucía mi madre en sus veintes, aunque podía recordar cosas de esa época. —Gu Qiaoqiao ocultó la decepción en sus ojos y la consoló.
De hecho, quizás muchas personas se sienten de la misma manera.
Solo podemos recordar cómo lucen ahora nuestros padres.
Zhao Yuxiang le dio a Gu Qiaoqiao su dirección porque Gu Qiaoqiao le había prometido a la Abuela Yu tallar una figura de madera para ella.
Luego Zhao Yuxiang dejó el hospital de la base con la Abuela Yu.