Su precisión era del cien por ciento.
Qin Yize reprimió la conmoción dentro de él.
Fijó su mirada en la concentrada Gu Qiaoqiao.
Bajo la luz del sol, los ojos de la encantadora joven parecían llevar un toque de intención asesina, aunque sus labios estaban ligeramente curvados.
Era la primera vez que sostenía esta pistola, y sus movimientos eran torpes e inexpertos. Sin embargo, el disparo que hizo acertó justo en el centro del objetivo rojo brillante sin ninguna desviación.
En ese momento, Qin Yize sintió como si su corazón se saltara un latido.
Después, Gu Qiaoqiao no lo ocultó y le dijo a Qin Yize a través de su puntuación perfecta que era una prodigio del tiro.
Naturalmente, la verdadera razón solo la conocía Gu Qiaoqiao.
Pero eso no impidió que ella levantara presumidamente las cejas a Qin Yize, que la observaba atentamente —¿Qué tal una competencia?
