La expresión del jefe de estación era algo inescrutable.
Porque la persona al otro lado del teléfono era poderosa y misteriosa.
Él apretó firmemente el auricular en su mano.
Varios minutos después, colgó el teléfono y, sonriendo a Lin Qinghuan, dijo —Chica Lin, ahora puedes llevar a la gente.
—Gracias, Tío Cheng... —Lin Qinghuan expresó dulcemente su agradecimiento, luego salió de la oficina del jefe de estación.
Muy rápidamente, Lin Qinghuan salió con Zhu Jianguo, Bai Yun y Ning Yuli por una puerta lateral.
Después, subieron a un sedán rojo.
El rostro de Bai Yun estaba muy pálido y lucía desaliñada, su apariencia entera más desarreglada.
Ella se sentó allí, con la cabeza inclinada, en silencio.
Ning Yuli estaba igual, especialmente cuando vio a la radiante y hermosa Lin Qinghuan, se sintió aún más avergonzada.
Zhu Jianguo no tuvo más remedio que apretar los dientes y expresar su agradecimiento —Gracias por sacarnos.