—Ella era, después de todo, una forastera, y aunque el Viejo Gran Maestro Qin fuera parcial, era hacia Qin Xuan y no hacia ella.
—Ella murmuró sin compromiso alguno sin expresar acuerdo o desacuerdo.
—Qin Yize frunció el ceño, pero no ofreció más explicaciones.
—Justo cuando estaba a punto de alejarse, Gu Qiaoqiao recordó de pronto el Colgante de Jade y abrió apresuradamente el cajón de abajo, señalando el Colgante de Jade mientras hablaba con Qin Yize —Puse aquí el Colgante de Jade que me dio el Gran Abuelo...
—El resto de sus palabras quedaron sin decir; ella pensó que Qin Yize entendería.
—Qin Yize se detuvo en seco, echó un vistazo al Colgante de Jade, y luego su mirada cayó sobre Gu Qiaoqiao.
—La desesperación en su expresión por afirmar su inocencia hizo que el ceño de Qin Yize se frunciera ligeramente.
—Después de unos momentos, dijo con indiferencia —Todavía no entiendes la personalidad del Gran Abuelo.