Qin Xuan sostenía la Cigarra de Noche Silenciosa en su mano.
Los eventos de hoy ocurrieron uno tras otro, dejando su mente aún algo caótica.
La Abuela Qin miró a su hijo y nuera, quienes bajaban sus cabezas en silencio, y soltó un largo suspiro, sus ojos llenos de decepción.
El aire en la habitación era tenso y opresivo.
Era como si una pesada piedra pesara en los corazones de Qin Xuan y Shen Manru, dejándolos sin aliento.
Nunca habían soñado que algo así sucedería.
Era solo una chica, sin embargo, había causado tal tormenta.
La Abuela Qin miró a su hijo y nuera y pensó en las palabras de Gu Qiaoqiao de más temprano, sintiendo una sensación de impotencia y preocupación crecer en su corazón.