El aliento de Ava se cortó al ver su mano ensangrentada.
—¡Estás herido! —Instintivamente, extendió la mano para tomar la suya.
En un parpadeo, Dylan tomó su muñeca, con los ojos llameantes.
—No pretendas que te importa. Esa acción no le sienta a una mujer de corazón frío.
Ava sintió su corazón retorcerse de angustia, pero el dolor rápidamente se transformó en ira, elevándose como un fuego en su pecho.
—Siempre crees lo que dicen los demás. ¿Por qué no puedes creerme por una vez? —Su voz temblaba de emociones—. Ni siquiera dudaste en acusarme de esto. ¿De verdad piensas que soy capaz de algo tan cruel?
Sus dedos se apretaron alrededor de su mandíbula.
—¿Me dejaste alguna opción para confiar en ti? Todo está en tu contra.