Dylan se precipitó dentro del hospital, con el corazón acelerado. Vio a Erica paseándose por el pasillo, su rostro marcado por la furia y la angustia. En el momento en que sus miradas se cruzaron, se apresuró hacia ella. —¿Qué le pasó? ¿Está bien?
—¿Me preguntas qué le pasó? —Erica soltó con aspereza—. ¿Por qué la dejaste sola en medio de la nada? Unos matones la secuestraron y... Su voz se apagó, con la boca torciéndose en agonía y cólera—. Fue violada por una pandilla.
Dylan se sintió como si un montón de ladrillos se hubiera estrellado contra él. Una ola nauseabunda de arrepentimiento lo golpeó con toda su fuerza. Había prometido a su amiga que siempre protegería a Gianna, pero había fallado. Se sentía avergonzado de sí mismo. La culpa le roía por dentro, retorciéndose en su pecho.