Nicholas sostuvo su mirada pensativamente, estudiándola. Ava estaba tan segura, tan llena de urgencia, y su intuición era algo que no podía ignorar. —¿Está comiendo algo de fuera? ¿Café? ¿Snacks? ¿Quizás algo en la oficina? —preguntó. Thomas nunca había gustado de comer comida de fuera. Siempre había llevado comida de casa.
—No —respondió ella—. Papá nunca ha sido de comer cosas de fuera. Si no almuerza con clientes, come comidas caseras. Y el café, solo lo toma dos veces al día. Una por la mañana, antes de irse al trabajo, y otra por la noche al llegar a casa. En cuanto al alcohol, bebe muy poco, y solo en fiestas o reuniones de negocios. Pero no ha asistido a ningún evento recientemente.
Su mirada se volvió suplicante mientras insistía. —Por favor, Nicholas. Ayúdame a averiguar si alguien está tratando de hacerle daño.
Nicholas podía ver la desesperación en sus ojos, y no pudo ignorar su súplica. —Llegaré al fondo del asunto. Tienes mi palabra.