Chereads / El deseo del amor / Chapter 1 - Capitulo 1 | La bienvenida

El deseo del amor

🇲🇽ManuGomez
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Synopsis

Chapter 1 - Capitulo 1 | La bienvenida

Al parecer esto era un nuevo comienzo para mi madre y para mí también, reciente nos mudamos a Denver, debido a cuestiones de trabajo de mi madre. Ella trabaja en una buena agencia de viene raíces y una de las más famosas de todo Estados Unidos, yo la admiraba mucho debido de ser buena vendedora tambien era una grandiosa madre.

Llego el lunes en mi nuevo colegio, la verdad tenía mucho miedo de entrar, era enorme y con unos pasillos super largos, pero debo de admitir que está escuela está mejor que la de México.

En fin busque mi salón de clases que al parecer estaba hasta el tercer piso, super alto tenía una pereza enorme, pero aun así lo subí y llegue al famoso E5, al parecer estaba este salón y grupo tenían fama de ser el peor salón de clases, pero mientras en mi mente pasaba tremenda oración "Por favor que no me pase nada el día de hoy 😭".

Mientras estaba sentada en un rincón un chico super guapo se me arrimo a mi lugar y me dijo:

- ¿Tú eres la nueva, no?" – me dijo con una sonrisa arrogante que dejaba entrever un aire de superioridad. Sus ojos oscuros me analizaban de arriba abajo, como si tratara de descifrarme. Llevaba una chaqueta de cuero negra con algunos detalles desgastados, unos jeans rotos y unas botas que parecían haber pasado por cientos de aventuras.

Asentí tímidamente. "Sí, acabo de llegar. Me llamo Sofía." Intenté sonar segura, pero mi voz traicionó el nerviosismo que sentía.

"Bienvenida al infierno, Sofía." Su tono era burlón, pero sus palabras hicieron que un escalofrío recorriera mi espalda. "Yo soy Caleb. Y un consejo: aquí tienes que aprender rápido a defenderte, o te van a devorar."

No supe si lo decía en serio o si solo estaba jugando conmigo, pero antes de que pudiera responder, otro chico desde el fondo del salón lo llamó: "¡Caleb, déjala en paz! Siempre molestando a los nuevos."

Caleb rodó los ojos y me lanzó una última mirada, como si estuviera evaluándome. - Nos vemos, Sofía. Espero que no seas como los demás. - Y con eso, se giró y caminó hacia el otro lado del aula, dejando un aura de misterio tras de sí.

Por un instante me quedé paralizada, preguntándome qué había querido decir con eso. ¿Qué se suponía que significaba "no ser como los demás"? ¿Y por qué este lugar parecía tener una reputación tan mala?

Pero no tuve mucho tiempo para pensar en ello, porque justo en ese momento, el profesor entró al salón y el bullicio de los estudiantes se apagó casi de inmediato.

El profesor, un hombre alto y delgado con gafas rectangulares que parecían demasiado pequeñas para su rostro, dejó su portafolio en el escritorio y miró a los alumnos con una expresión cansada pero firme. Se aclaró la garganta antes de hablar.

"Bien, chicos, hoy tenemos una nueva compañera. Sofía, por favor, levántate y preséntate al grupo."

Mi corazón se aceleró. ¡Eso era justo lo que no quería! Con las miradas de todos clavadas en mí, me levanté lentamente, sintiendo que mis piernas temblaban.

"Hola... Soy Sofía. Vengo de México, y... bueno, espero llevarme bien con todos." Mi voz sonó más débil de lo que esperaba, y algunas risitas se escucharon al fondo.

"¡México, qué interesante!", comentó el profesor con entusiasmo, como si eso fuera a aliviar mi incomodidad. "Bienvenida, Sofía. Puedes sentarte."

Volví a mi lugar sintiendo las miradas de algunos compañeros sobre mí. Entre ellas, noté la de Caleb, quien sonreía ligeramente, como si mi presentación le hubiera parecido divertida.

El resto de la clase transcurrió de forma normal, o al menos eso intenté creer. Sin embargo, mientras tomaba apuntes, sentí que alguien me lanzaba un papel doblado sobre el escritorio. Miré alrededor, confundida, hasta que vi a Caleb mirándome desde el otro extremo del aula, con una sonrisa traviesa.

Abrí el papel con cautela, sin que el profesor se diera cuenta. Decía:

"¿Siempre hablas tan bajito o es solo porque estabas nerviosa? Por cierto, tienes un acento lindo."

Mis mejillas se calentaron. No sabía si quería reír o lanzarle el papel de vuelta en la cara. Decidí ignorarlo, pero Caleb seguía mirándome, esperando alguna reacción.

La campana finalmente sonó, y mientras todos recogían sus cosas para irse al receso, Caleb se acercó nuevamente a mi mesa.

- ¿Qué te pareció tu primer día, Sofía? - me preguntó, inclinándose ligeramente hacia mí.

- Acaba de empezar, así que no sé qué decir todavía, - respondí, intentando mantenerme neutral.

- Bueno, el día es largo. Espero que sobrevivas. - Su tono tenía esa mezcla extraña de burla y desafío que parecía ser parte de su personalidad.

Antes de que pudiera decir algo más, un grupo de chicos lo llamó desde la puerta. "¡Caleb, vámonos ya!"

Me lanzó una última mirada y una media sonrisa antes de alejarse.

Me quedé en mi lugar, mirando cómo se iba, preguntándome qué tipo de problemas traería Caleb consigo. Había algo en él que me intrigaba, pero también me advertía que no me acercara demasiado. Al fin y al cabo, él era justo el tipo de chico que mi madre siempre me había dicho que evitara.

El resto del día pasó sin mayores sobresaltos, aunque constantemente sentía las miradas de Caleb y sus amigos. Había algo en ellos que me ponía nerviosa, como si siempre estuvieran tramando algo. Pero traté de ignorarlo, enfocándome en aprenderme los nombres de los profesores y no perderme entre los pasillos interminables de la escuela.

Cuando finalmente sonó la campana que marcaba el final de la jornada, suspiré aliviada. Guardé mis cosas en mi mochila y me dirigí hacia la salida, pensando en lo bien que se sentía regresar a casa después de un día tan largo y extraño. Sin embargo, apenas crucé la puerta principal, algo cayó sobre mí.

Un líquido frío y pegajoso me empapó por completo. Miré hacia abajo, horrorizada, y vi que estaba cubierta de pintura azul y trozos de papel que se pegaban a mi cabello y ropa. Todo a mi alrededor explotó en carcajadas.

- ¡Bienvenida a la escuela, Sofía! - gritó una voz familiar. Caleb estaba al pie de las escaleras con una lata vacía en la mano y una sonrisa descarada en el rostro. Sus amigos, que lo rodeaban, se reían a carcajadas, dándose palmaditas en la espalda como si acabaran de hacer la mejor broma del mundo.

Sentí las lágrimas arder en mis ojos, pero no les daría el gusto de verme llorar. Mi corazón latía con fuerza, y mi cara estaba roja, tanto de la vergüenza como del coraje. Intenté limpiar la pintura de mi rostro con la mano, pero solo logré esparcirla más.

"¿Estás bien?" preguntó una voz detrás de mí. Me giré y vi a una chica que se parecía sorprendentemente a Caleb, aunque su expresión era mucho más amable. Tenía el mismo cabello oscuro y ojos llamativos, pero su sonrisa era cálida, no arrogante.

- Ven, te ayudaré a limpiarte, - dijo, ofreciéndome una mano.

- ¿Tú eres parte de esto también? - pregunté con cautela, todavía desconfiando.

Ella negó con la cabeza. - ¡Por supuesto que no! Aunque... Caleb es mi hermano gemelo, pero te prometo que no somos iguales en nada. -

Acepté su ayuda, y juntas fuimos al baño de chicas, donde me ofreció una toalla y me ayudó a quitarme la pintura. - Lo siento por esto, - dijo mientras me pasaba un pañuelo. - Caleb tiene una forma muy estúpida de dar la bienvenida. Cree que las bromas pesadas son graciosas. -

- Bueno, yo no lo creo, - respondí, aún molesta.

- Yo tampoco, - dijo ella con una pequeña risa. - Por cierto, soy Judy. -

- Sofía, - respondí, comenzando a relajarme un poco.

Durante los siguientes minutos, mientras intentaba recuperar algo de dignidad, Judy me contó más sobre la escuela y sobre Caleb. - No siempre es tan insoportable, - dijo. - Pero le encanta provocar a la gente. Creo que es su forma de llamar la atención.

- No me sorprende, - murmuré.

Cuando finalmente salimos del baño, Judy me acompañó hasta la entrada. "Si necesitas a alguien que te cubra las espaldas, puedes contar conmigo. Créeme, sé lo que es sobrevivir a Caleb."

No pude evitar sonreír un poco. A pesar del desastre del día, al menos había encontrado a alguien en quien confiar. Mientras caminaba hacia casa, aún con pintura en mi cabello, supe que Judy sería una aliada importante. Y Caleb... bueno, él sería un problema, pero uno que quizá no podría evitar.