Curiosamente, la resistencia que esperaba de la flor nunca llegó. Cuando su mano la rodeó, se convirtió en un delicado flujo de energía que fluyó hacia su avatar.
Damien cerró los ojos y comenzó a meditar. Corrientes verdosas blancas de esencia alimentaban continuamente a su avatar, haciendo que poco a poco se volviera más y más corpóreo.
Damien se sintió extraño. Era como si estuviera cultivando en su cuerpo físico, pero no tenía un circuito de maná ni ninguno de los caminos normales que usaría normalmente para la circulación.
Estaba confiando únicamente en su instinto para guiar la energía a donde necesitaba ir. Y en realidad, ese lugar no era su avatar después de todo.
Un avatar espiritual era justo eso. Aunque técnicamente podría haber sido una manifestación del mundo espiritual de Damien, no era su mente en sí. Era solo un recipiente para que él transitara su espacio mental más fácilmente.