Otra semana pasó rápidamente en el mundo exterior, y se habían producido grandes cambios en la situación de Damien.
Su cuerpo, que durante tanto tiempo no había mostrado signos de recuperación, ahora estaba encerrado en un extraño capullo blanco verdoso. Dentro del capullo ligeramente transparente, Damien dormía plácidamente.
—¿Ha cambiado algo desde que apareció esto? —habló una voz femenina desde un lado.
—No puedo decirlo. No importa lo que intente, no puedo espiar qué está sucediendo dentro de ese capullo. Pero, por cómo se ve desde afuera, su vitalidad parece estar regenerándose lentamente —otra mujer respondió.
Como ella dijo, Damien ya no parecía un anciano decrépito. Su cuerpo dentro del capullo había ganado un poco de vitalidad y, aunque todavía se veía envejecido, su piel tenía un cierto lustre que no tenía antes.