—Ahh~ qué triste. Por más que quiera jugar contigo, el tiempo no parece estar de mi lado.
Las palabras que parecían juguetonas fuera de contexto eran como susurros del demonio para los demonios que las escuchaban.
—¿Qué hacer, qué hacer? Podría despedazarte con mis propias manos, pero no quiero ensuciar mi ropa. Hmm, ¿y si todos se matan entre sí? Oooh, ¡eso suena divertido! ¡Hagámoslo!
Los demonios temblaron. Sus cuerpos no se movían por más que intentaran hacerlo.
—Ehhh~ ¿no quieren? Pero yo me estaba emocionando mucho! Bueno~ ¿qué tal si permito que quien pueda mantenerse con vida hasta el final viva! Los demás morirán de todos modos.
—¡A la mierda con esto! ¡Me voy!
Un General Demonio no pudo soportar la tortura psicológica más tiempo. Dejó todo lo que tenía encima y corrió a ciegas.
Quería saber en qué dirección se movía, pero era imposible. El mundo estaba lleno de una oscuridad interminable que incluso el maná dentro de su cuerpo temía.