10.000 años. ¿Era ese un periodo de tiempo que un humano podía comprender? ¿Era ese un periodo de tiempo que cualquier existencia normal podría observar y entender?
No lo era. No era algo que él hubiera podido comprender si no lo hubiera experimentado él mismo.
Habían pasado 10.322 años desde que su raza llegó por primera vez a este reino. Lo sabía porque había contado cada día de ello.
El Árbol Primigenio Eterno. Los rumores sobre el tesoro celestial lo superaban. Había oído hablar de él mucho antes de que su reino se abriera al mundo.
En ese entonces, no había restricciones como la que estaba sujeto ahora. No había nada que limitara la fuerza de aquellos que entraban.
Recordaba ese día como si hubiera ocurrido solo ayer. Su raza, que una vez se jactaba de millones, se redujo a solo diez mil. Oh ese día, cada uno de ellos decidió arriesgarse.
Después de todo, había beneficios dentro del reino, y solo había extinción fuera de él.