La ciudad élfica de Taesi no era extremadamente avanzada tecnológicamente, pero, a pesar de su enorme tamaño, tenía una sensación hogareña que normalmente no se encontraba dentro de la Cordillera de las 3000 Bestias.
Los ciudadanos eran relativamente amigables con los forasteros mientras se respetaran sus reglas, y la atmósfera otorgada por la rica vitalidad que emanaba del Árbol del Mundo tenía a todos sintiendo una constante sensación de relajación.
Obviamente, la agudeza que aquellos que llegaron aquí habían afilado a través de muchos años de entrenamiento no disminuiría solo debido a la atmósfera, pero en efecto les impulsaba a tomar unos días de descanso, especialmente la generación más joven que sabía que estarían luchando con sus vidas en juego en solo una semana.
Dentro de una posada en la ciudad, dos bellezas que derribarían el cielo estaban sentadas en la cama conversando.
