—Los angustiados gritos de las bestias se hicieron cada vez más y más prominentes conforme pasaba el tiempo. Innumerables haces de luces de varios colores, así como olas de esencia informe, infiltraron sus filas y segaron sus vidas.
—El paisaje prístino de la jungla en un radio de 1,000 metros se había teñido de sangre y partes de cuerpos extraños. De hecho, el alboroto había crecido lo suficiente como para atraer aún más bestias, pero al ver lo que sucedía, rápidamente dejaron el área.
—Los aullidos agonizantes de Zara también cesaron en algún momento durante la batalla, pero ni las bestias ni Damien y Ruyue lo notaron. Simplemente había demasiados sonidos estruendosos que chocaban entre sí en los alrededores, ahogando los gritos que alguna vez fueron penetrantes.
—Damien una vez más observó la destrucción que se estaba causando y sonrió. Sabía que había más métodos que podría utilizar para manejar la situación, pero ninguno parecía tan factible como el que estaba usando ahora.