—¿Qué tan alto hemos subido? —gritó Ruyue. Era difícil escuchar sus propias voces, incluso estando tan cerca.
—¡Ni siquiera hemos avanzado una cuarta parte del área visible! ¡Nos queda mucho antes de poder considerar que hemos progresado de verdad! —gritó Damien de vuelta.
Si se volteaban, podrían ver claramente la base de la montaña desde donde vinieron, incluso con el clima tumultuoso alrededor de ellos, que reducía mucho su visibilidad.
De pronto, Damien agarró el brazo de Ruyue y la jaló hacia él. —¡Cuidado con tu paso!
No había señales obvias que indicaran el repentino movimiento de Damien, pero no tardó mucho en disiparse esa duda. Damien recogió una pequeña roca del suelo a su lado y la arrojó ligeramente en el área frente a ellos.