La cueva estaba envuelta en silencio mientras Damien y Ruyue observaban intensamente a Zara, tratando de descubrir cualquier cambio que ocurriera dentro de su cuerpo después de que ella se comiera la Semilla de la Muerte.
Sin embargo, para su consternación, no había nada. Zara simplemente se quedó quieta con los ojos cerrados, saboreando el gusto de la criatura que acababa de ingerir.
—Hm? ¿No debería haber una especie de ráfaga salvaje de maná o algo así ahora mismo? —preguntó Damien.
—No estoy segura de nada de eso, pero estoy convencida de que debería haber al menos algunos cambios. —Ruyue también dudaba de la falta de reacción. Incluso el rápido aumento de estadísticas que se suponía que Zara estaba experimentando tendría alguna manifestación física.