—¡Flash!
Los ojos de Damien de repente se nublaron por un momento después de tener ese pensamiento. Solo duró un breve segundo, pero cuando volvió en sí, sintió que había comprendido algo bueno.
No era más que un destello de comprensión, pero solo por eso, sabía que iba en la dirección correcta.
—Pronto. Pronto tendré ese poder.
Damien abrió los ojos, sin ser consciente de cuándo los había cerrado en primer lugar, y lentamente observó sus alrededores.
A pesar de que todavía era de noche, la luna ya no estaba alta en el cielo, y se estaba poniendo. Mirando hacia abajo, notó que Ruyue todavía estaba sobre su pecho, incluso después de tanto tiempo.
—Oye, creo que es hora de que nos vayamos ya —dijo suavemente, pero no obtuvo respuesta. Después de pellizcarle las mejillas unas cuantas veces, se dio cuenta de que probablemente estaba dormida.