La mirada de Ruyue iba y venía entre Damien y el cadáver en el suelo, el aspecto perdido en sus ojos nunca desaparecía.
—¿L-lo sabías? —consiguió forzar las palabras desde su boca.
Damien la miró con una mirada compleja. Pero, al final, negó con la cabeza.
—Solo tenía la corazonada de que algo estaba mal.
Estaba diciendo la verdad. Desde el inicio, había notado algo mal con toda la situación, solo no podía precisarlo.
Fue por esta razón por la que, después de que Ruyue se alejara de su lado, él viajó a través del bosque y observó todos los grupos grandes de bestias dentro de él, tratando de obtener alguna información.
Durante esta observación, se dio cuenta de algo extraño. Había una sensación familiar sobre el maná turbio que envolvía la habitación del Anciano en el pueblo.
No pudo descubrir la fuente de esta familiaridad, pero mientras continuaba su estancia alrededor de las bestias y las observaba con máxima concentración, lo comprendió.
La familiaridad era maná de bestia.