—¿Crees que podemos trabajar de manera segura en medio de una marea así? —preguntó la mujer de cabello azul.
—No hay problema. Mis ilusiones deberían ser perfectas para este tipo de situación —respondió una mujer de cabello rosa.
Después de entrar a Ciudad Jia, las chicas fueron casi inmediatamente empujadas a la acción. Casi nadie les prestaba atención, simplemente las dirigían hacia el lugar donde deberían estar y las dejaban allí.
Y sólo una hora o dos más tarde, otra marea de bestias se aproximó.
El proceso de eventos fue tan rápido que Rosa no tuvo tiempo de examinar los hilos negros que vio en los cultivadores, y Elena también se vio forzada a suprimir la sensación inquietante en su corazón.
A medida que la marea se acercaba más a la ciudad, una voz retumbante resonó, atrayendo la atención de cada luchador capaz en las inmediaciones. —¡Bien! ¡No hay tiempo para hablar! ¡Todos a cargar!
