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Un radio de 50 kilómetros alrededor de un árbol masivo estaba abarrotado por algo más de mil personas que formaban una gran multitud preparada para presenciar la batalla venidera.
En el aire sobre el árbol se erigía un hombre heroico cuyo cabello negro y fluyente y sus túnicas se agitaban con el viento calmado. Sus cejas, como espadas, estaban calmadamente situadas sobre sus ojos cerrados. Él no hizo nada especial, pero su presencia cautivó la atención de todos los presentes.
Desde la distancia, surgió otra aura, volando a gran velocidad hacia su ubicación. La mayoría de la multitud solo podía ver una luz amatista acercándose. Cuando finalmente llegó, se reveló la figura que encerraba.
Otro hombre cuya aura era igualmente valerosa, sin discrepancias obvias entre él y su oponente. Su cabello estaba atado en una coleta, las mechas de plata dentro de su profundo negro parecían como estrellas fugaces en la noche.
