Damien llamó rápidamente a Elena, que todavía estaba admirando las katanas en el frente, y a Rosa hacia la parte trasera de la tienda. Al entrar, ambas tenían expresiones similares a las de Damien cuando entró por primera vez.
Sus narices se arrugaron por el intenso olor a humo y metal, y se sintieron ligeramente incómodas debido al calor extremo.
No era el calor en sí lo que era incómodo, ya que sus cuerpos desde hacía tiempo habían dejado de verse afectados por cambios drásticos de temperatura, sino que era la atmósfera creada por el calor lo que les irritaba.
Al ver a las dos chicas que entraron en la tienda, los ojos de Vormec mostraron una luz de comprensión. Dándole un codazo a Damien, bromeó —has estado ocupado estos últimos años, ¿eh?
Interiormente, Vormec estaba genuinamente sorprendido. La belleza de cabello azul era una cosa, pero la otra tenía el pelo rosa y ojos rubí, un rasgo que solo poseía una única familia en todo el dominio humano.
