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—Bum!
No era el sonido de una explosión o un impacto, sino el sonido de la onda expansiva liberada cuando Damien se catapultó hacia la tormenta furiosa a lo lejos.
Ya no podía esperar al combate que se avecinaba.
Sintiendo el aura sedienta de sangre que se acercaba, el dragón marino rugió de furia.
—¡Humano! ¿Te atreves a desafiarme dentro de mi propio dominio? —rugió el dragón marino.
Damien respondió con una sonrisa salvaje al alcanzar el borde exterior de la tormenta, lanzándose en ella sin un ápice de dudar.
Toda la secuencia de eventos sucedió en pocos segundos, dejando a las chicas atónitas y sin capacidad para reaccionar.
—Oye, grandullón, ¿por qué no me das una buena pelea? —gritó Damien.
—¡Hmph! Te mostraré lo que les pasa a aquellos que se atreven a desafiar mi autoridad —amenazó el dragón.