—¡Muéstrate!
La vigilancia del trío se aumentó una vez más, pero la voz antigua les aseguró sus intenciones.
—No teman, niños. No soy más que un alma remanente en este templo, esperando pacientemente a que alguien reciba este legado.
A pesar de esto, los tres no bajaron la guardia. Aun así, le dieron a la voz la oportunidad de continuar. El efecto que las representaciones a lo largo de las paredes tuvieron en ellos fue suficiente como para hacerlo.
La forma ilusoria de un anciano apareció de la nada, su existencia temblorosa y rota. Cuando Damien miró las facciones del rostro de este anciano, inmediatamente se volvió hacia la pintura —¡Tú eres...!
El anciano sonrió. —Sí, ese soy yo al final de esa pintura, o al menos ese era el verdadero yo. Mi nombre es Kurt Galloway, y alguna vez fui líder de la raza humana.