Los dos permanecieron inmóviles durante muchos minutos, deleitándose con el sabor de los labios del otro antes de que Rosa decidiera alejarse.
—¿Cuándo regresarás? —preguntó Rosa.
—No mucho después de que dejemos el reino secreto. Ha sido mi plan desde el principio —respondió Damien.
Rosa permaneció en silencio, sumida en sus pensamientos. Solo cinco minutos completos después habló de nuevo. —Voy contigo.
—¿Eh? —Damien se vio obligado a hacer una doble toma. ¿Ella venía con él? ¿Su relación no era tan profunda todavía, verdad?
Pero Rosa no le dejó poseer demasiadas preguntas. —Así es. Voy contigo. Puedo ver que quieres convencerme de lo contrario, pero ya deberías saber que es imposible.
Damien la miró a los ojos por un momento antes de sacudir la cabeza con ironía.
—Entonces, cuando salgamos tengo que explicarle al emperador que no solo he besado a su hija dos veces, sino que también la llevaré a otro mundo. ¿No estás pidiendo mi cabeza?