Dyon volaba en el cielo, casi como si fuera un hombre contra el mundo. Sus tropas no eran más que un telón de fondo. Sin embargo... su alta espalda, su confianza incomparable, la sonrisa en su rostro hicieron que los corazones de su ejército se incendiaran. Ya no había dudas en sus corazones de que este era un líder digno de seguir.
El Comandante Draven observaba al hombre con un ala blanca y negra, sus venas saltaban de ira. Era una cosa que un prestigioso comandante de la Puerta de la Tierra lo menospreciara de esta manera, pero este era un joven de ni siquiera veinte años. Un joven que nadie conocía. —Tienes mucho valor.
Ri miró hacia la espalda de Dyon, una sonrisa florecía en su rostro mientras copos de nieve comenzaban a caer a su alrededor, y su cabello se agitaba suavemente en respuesta.
La voluntad demoníaca de Dyon floreció, el cielo parecía enrojecerse de agitación mientras su brazo se echaba hacia atrás.