Mirando la reacción del ejército, Dyon sonrió.
—Ya he organizado alojamiento para cada uno de ustedes. Los soldados de a pie vivirán cuatro por tienda. Hasta el día en que sean tan poderosos como un general demonio, no piensen en tener otro arreglo. Trabajen duro y serán recompensados.
Con eso, Dyon se volvió hacia Arios, que había estado de pie más atrás observando junto a él y Ri.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras asentía con satisfacción. —Sucesor, ¿dónde pensaste dividir el ejército en grupos como estos? Es ingenioso. Al principio, estaba confundido, pero cuanto más lo pienso, más grandiosa se vuelve la idea.