De repente, dos llaves aparecieron frente a ellos. Cada una idéntica a la otra.
Tenían unos buenos 10cm de largo y estaban bellamente bordadas. Sin embargo, sus mecanismos eran diferentes a cualquier cosa que Dyon hubiera visto antes.
No solo las ranuras de las llaves eran grandes y tridimensionales, sino que también estaban constantemente moviéndose. Y por lo que Dyon podía ver, era otro rompecabezas.
De repente, Dyon levantó la vista hacia la tumba flotante arriba con una mirada de molestia. Pero, él no fue el primero en hablar.
—¿Es esto una broma para ti? Casi muero, ¿y aun así quieres probarme de nuevo? Haz tu trabajo sin prejuicios y danos lo que nos hemos ganado, tus trucos son patéticos —, con un movimiento de su mano, ambas llaves giraron violentamente, las redes dentro de ellas crujían e implosionaban.
—No tenemos tiempo para tus juegos —dijo Ri mirando fijamente a la tumba.