—Parece que no puedo abrirlo —el libro destelló y desapareció en el anillo de Dyon—. ¿Esto tiene algo que ver con mi manifestación del alma?
Los ojos de la chica brillaron.
—Casi destruyes el mundo interior, ¿sabes?... ese libro apareció luego de que tu manifestación finalmente se calmara. Sabes, no es de buenos modales querer que una chica se arrodille por la fuerza —dijo con un tono ligeramente seductor, todavía sintiendo los efectos de la voluntad demoníaca de Dyon.
La sangre de Dyon hervía, ardiendo ante las suaves palabras de la belleza frente a él. ¿Arrodillarse? La imagen de la hada de plata arrodillándose frente a él era algo que casi no quería borrar de su mente.
Pero, la belleza no lo dejó reflexionar demasiado sobre ello. Con una sonrisa, se elevó en el aire, flotando lejos.