Encontró las flechas que habían estado en su espalda dispersas a su alrededor. Parecía como si su aurora las hubiera sacado, reconociéndolas como objetos extranjeros.
Dyon sabía que su tecnología del mundo humano no podía curar las heridas de su cuerpo actual, así que no tuvo más opción que confiar en su aurora. Hizo una promesa silenciosa de utilizar su técnica de condensación de píldoras para llevar siempre consigo algunas píldoras de curación de alto nivel.
Un borrón negro se precipitó hacia los brazos de Dyon, lamiéndolo furiosamente.
—Jaja, lo siento Pequeño Negro, ¿te preocupé? Vaya, has crecido mucho —Dyon preguntó con una sonrisa encantada en su rostro mientras acariciaba el pelo y las escamas de Pequeño Negro. El pequeñín ya no era tan pequeño, ahora medía al menos metro y medio de largo, pero de alguna manera, su mirada seguía siendo igual de adorable.
Pequeño Negro le dio una última lamida antes de empujar con su nariz el anillo en la mano de Dyon.