Más tarde esa noche, Madeleine despertó debido a que la temperatura de la habitación se disparaba por una razón desconocida. Lo primero que notó fue una formación a su alrededor que parecía estar tratando de regular la temperatura.
—Si hace tanto calor aquí dentro, ¿cuánto calor hará afuera? —murmuró para sí.
Madeleine miró preocupada hacia Dyon para encontrarlo apretando los dientes en silencio. Estaba sentado con las piernas cruzadas al otro lado de la habitación, con el sudor empapando su cuerpo sin camisa.
Normalmente, a Madeleine le habría gustado esta vista, pero ahora solo estaba llena de preocupación. Sin embargo, no disturbó a Dyon, sabiendo que debía estar pasando por algún tipo de cultivo. Algo que era tan doloroso que incluso Dyon mostraba el dolor que sentía requeriría su máxima concentración. Solo lo distraería llamándolo.