La habitación quedó en completo silencio.
La hermosa joven caminaba lentamente; era deslumbrante y sin duda llamativa. Era como una brillante luna que hacía perder el brillo a las estrellas en el cielo.
Con cada paso que daba, su falda blanca se agitaba en la brisa; lucía especialmente angelical mientras emitía un aura de gracia a su alrededor.
En la sala, tanto hombres como mujeres continuaban mirándola fijamente.
Su belleza era profunda, y todos sentían como si hubiera traspasado sus corazones. Estaban asombrados.
Incluso las chicas no podían negar que era extremadamente hermosa, tan hermosa que se sentían avergonzadas al mirarla. Por otro lado, los chicos no estaban tan entusiasmados como cuando llegó Ma Fangfang.
Sus miradas eran fervientes, pero sus expresiones eran algo contenidas.