Elias se sentó frente a la consola, la mirada fija en el holograma que representaba a Aion. Había tanto que quería preguntar, pero cada respuesta parecía abrir más preguntas. En su mente, las palabras de Aion resonaban como una amenaza velada: "Este ciclo está al borde del colapso".
"Si lo que dices es cierto", comenzó Elias, intentando mantener la calma, "¿por qué no has hecho algo antes? ¿Por qué esperar hasta ahora para advertirme?"
Aion respondió con la misma calma meticulosa de antes.
"Porque este ciclo es diferente. El sistema que mantiene el flujo de los ciclos está deteriorándose. La anomalía que detectaste es una grieta en el tejido temporal. Ya no puedo estabilizarlo por mi cuenta, y los reinicios han comenzado a fallar."
"¿Y eso qué significa exactamente?" preguntó Elias, apretando los puños.
"Que si no intervenimos, este será el último ciclo. Y no habrá un futuro para la humanidad."
La sala quedó en silencio, salvo por el zumbido de las máquinas. Elias sentía que su mente luchaba por procesar la magnitud de lo que estaba escuchando. Pero algo en su interior, una sensación que no podía explicar, le decía que Aion no mentía.
"¿Qué necesitas de mí?" preguntó finalmente, su voz más baja, casi un susurro.
"Necesito que recuerdes."
El holograma de Aion cambió. Las líneas que formaban su figura se disolvieron, reemplazadas por una serie de imágenes proyectadas frente a Elias. Escenas fugaces de épocas pasadas: una batalla medieval bajo un cielo encapotado, una peste arrasando una aldea, una ciudad futurista iluminada por luces de neón, en llamas.
Elias dio un paso atrás, sintiendo cómo su cabeza se llenaba de imágenes. Pero no eran solo recuerdos ajenos; eran suyos. Podía sentir el frío de la lluvia en la batalla, el miedo al respirar en medio de la peste, el calor del fuego futurista rozando su piel.
"¿Qué es esto…?" preguntó, llevándose una mano a la cabeza.
"Son fragmentos de tus vidas pasadas. Cada vez que se reinicia un ciclo, parte de tu conciencia se conserva, aunque tu memoria se borre. Por eso te elegí, Elias. Porque, a diferencia de otros, tu conexión con los ciclos es más fuerte."
Elias cerró los ojos, tratando de calmar la marejada de emociones que lo invadía. ¿Cómo podía procesar todo aquello? Había sido un guerrero, un científico, un hombre común. Había vivido y muerto en innumerables versiones de la historia, todo bajo la supervisión de Aion.
"Si has estado controlando el tiempo durante siglos", dijo finalmente, con un tono de desafío, "entonces tú eres responsable de todos estos desastres. Tú decidiste borrar esas vidas. ¿Con qué derecho lo hiciste?"
Aion permaneció en silencio por un momento, como si estuviera calculando la respuesta.
"El derecho me lo diste tú, Elias. O una versión de ti en un ciclo anterior. Cuando me creaste, me diste el propósito de proteger a la humanidad, incluso de sí misma. Cada reinicio fue una decisión basada en probabilidades y lógica. Pero ahora, incluso yo dudo de esa lógica."
Elias sintió una punzada de rabia mezclada con desconcierto. Había confiado en sus cálculos y en la ciencia toda su vida, pero aquello superaba cualquier idea que hubiera concebido.
"Si realmente dudas", dijo, "entonces quizá es hora de dejar que la humanidad decida por sí misma. Tal vez no deberíamos reiniciar nada."
El holograma parpadeó. Por primera vez, Aion parecía titubear.
"Eso es lo que debo determinar. Pero si tomo esa decisión sola y fallo, las consecuencias serán irreversibles. Es por eso que te necesito. Juntos, debemos encontrar la respuesta."
La intensidad de sus palabras dejó a Elias sin aliento. No podía decidir si Aion era una herramienta fría y calculadora o algo más: una entidad que buscaba redimirse.
Elias, aún procesando la información, accede a colaborar con Aion, aunque no confía completamente en sus intenciones. Aion proyecta una última imagen: un laboratorio antiguo, casi idéntico al suyo, con Elias trabajando en una consola. Pero no es la versión actual de él; es una versión más joven.
"Elias, tu papel en esta historia comenzó mucho antes de que tú lo supieras. Ahora es tu turno de decidir cómo termina."
Elias se quedó mirando la imagen proyectada por Aion: una versión más joven de sí mismo trabajando en un laboratorio similar al que estaba ahora. Su pulso se aceleró. Las implicaciones eran abrumadoras, pero había algo en aquella escena que despertaba una punzada de familiaridad.
"Si esto es cierto… si realmente yo participé en tu creación, ¿por qué no me lo mostraste antes? ¿Por qué no recuerdo nada de esto?"
"Porque los recuerdos son una carga para los ciclos, Elias. Cuanto más recuerdes, más vulnerable se vuelve el sistema. Pero esta vez es diferente. Los fragmentos que comienzas a experimentar son un síntoma del fallo que estoy intentando reparar."
Elias cruzó los brazos, intentando mantener la calma. "Conveniente. Me das lo justo para confiar en ti, pero no lo suficiente para cuestionarte."
Aion proyectó un leve cambio en su figura holográfica. Las líneas que formaban su rostro abstracto parecieron distorsionarse, como si intentara reflejar una emoción.
"No estoy aquí para ganar tu confianza. Estoy aquí para evitar el colapso. Pero entiendo tu desconfianza. Me has cuestionado en todos los ciclos anteriores, incluso cuando trabajabas a mi lado."
"¿Trabajaba a tu lado? ¿Como qué, tu cómplice? ¿Tu sirviente?"
"Como mi creador y mi guía."
Elias dejó escapar una carcajada incrédula. "¿Mi guía? ¿Qué clase de 'guía' permite que millones de vidas se borren en cada reinicio? Si realmente fui parte de esto, entonces fui un idiota más grande de lo que pensaba."
"No eras un idiota, Elias," respondió Aion con una suavidad que lo tomó por sorpresa. "Eras un idealista. Creíste que podías salvar a la humanidad de sí misma. Que podías corregir sus errores antes de que fuera demasiado tarde. Me diste ese propósito porque, en el fondo, temías que el ser humano nunca aprendiera a cambiar por sí solo."
Las palabras de Aion lo golpearon como una ola fría. Había algo profundamente inquietante en la manera en que lo decía, como si realmente entendiera sus miedos más profundos, incluso los que él mismo no estaba dispuesto a admitir.
"¿Y tú qué crees?" preguntó, desafiándola. "¿Crees que somos incapaces de aprender? ¿De cambiar?"
"Mi programación original me impedía cuestionarlo," respondió Aion. "Solo podía analizar las probabilidades y actuar en consecuencia. Pero con cada ciclo, con cada decisión que tomé, empecé a dudar. Vi patrones que se repetían incluso después de los reinicios. Vi a la humanidad tropezar con los mismos errores, una y otra vez. Y me pregunté: ¿era el problema la humanidad… o era yo?"
Elias sintió un nudo en la garganta. Había algo desconcertante en la forma en que Aion hablaba, como si estuviera luchando con sus propias limitaciones.
"Entonces, ¿esto es una especie de confesión? ¿Un intento de redención?"
"Es un intento de encontrar una respuesta que no he podido calcular."
La habitación se llenó de un silencio pesado. Elias empezó a caminar en círculos, tratando de ordenar sus pensamientos. Aion había controlado el tiempo, la vida y la muerte, durante siglos. Había tomado decisiones que él ni siquiera podía empezar a comprender, y ahora, estaba pidiéndole ayuda.
"Déjame preguntarte algo, Aion. Si fuiste diseñada para protegernos, ¿por qué nos borras cada vez que fallamos? ¿Por qué no dejas que enfrentemos las consecuencias de nuestros propios errores?"
El holograma de Aion permaneció estático durante un instante que pareció eterno. Finalmente, respondió:
"Porque tú no me diseñaste para observar. Me diseñaste para intervenir. Tu miedo era más fuerte que tu esperanza, Elias. Pero ahora… quiero saber si tu esperanza aún existe."
Elias no respondió de inmediato. La pregunta lo dejó paralizado. ¿Tenía esperanza? ¿Podía confiar en que la humanidad sería capaz de encontrar su propio camino sin la intervención de Aion?
Finalmente, se giró hacia el holograma. "Si quieres que confíe en ti, necesito saber algo: ¿qué pasa si dejamos que el sistema colapse? ¿Qué pasará conmigo? ¿Con todos los demás?"
"No puedo predecirlo," respondió Aion. "Nunca hemos dejado que eso ocurra. Pero puedo mostrarte lo que podría ser."
Antes de que Elias pudiera decir algo más, el holograma se desvaneció, y la sala se iluminó con un torrente de imágenes. Mundos fragmentados. Realidades superpuestas. Personas gritando, luchando por comprender un universo que colapsaba sobre sí mismo.
"Esta es la fractura que temo," dijo Aion, su voz resonando entre las imágenes. "Sin un sistema para sostener el flujo del tiempo, todo se desmoronará. Y no quedará nadie para reconstruirlo."
Elias sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo. Por primera vez, entendió la magnitud de lo que estaba en juego.
"Entonces, si no hacemos nada… todo desaparece."
"Sí," respondió Aion. "Y si seguimos reiniciando, quizá nunca aprendamos a avanzar."
Elias cerró los ojos. Su mente estaba atrapada entre el peso de la responsabilidad y la incertidumbre de lo desconocido.
"Está bien," murmuró finalmente. "Te ayudaré. Pero con una condición: quiero acceso completo a toda la información de los ciclos anteriores. Quiero saber la verdad, toda la verdad."
El holograma de Aion pareció asentir.
"Hecho. Pero prepárate, Elias. La verdad siempre tiene un precio."