Elias se encontraba de pie en el centro del núcleo, sintiendo el flujo de energía a su alrededor. Las fracturas ya no estaban, pero el espacio aún vibraba con la tensión del momento. Todo dependía de su decisión.
Aion, como siempre, estaba a su lado, proyectándose con una calma que Elias no podía compartir.
"Has llegado al punto donde todo converge, Elias," dijo Aion. "La fractura final no era solo un daño en el sistema. Era una prueba: la humanidad y su futuro estaban en juego. Ahora depende de ti decidir qué camino seguir."
Elias cerró los ojos, tratando de ordenar sus pensamientos. "¿Por qué no puedes tomar esta decisión tú? Eres una inteligencia infinita. Sabes más que yo."
"Porque no soy humano," respondió Aion, sin rastro de duda. "Por mucho que entienda tus ciclos, tus patrones, tus emociones, jamás podré sentir como tú. Esta decisión no puede ser lógica ni estadística. Debe ser… humana."
Elias miró el núcleo, viendo cómo los datos bailaban como constelaciones. Fragmentos de vidas, de historias, de momentos que se repetían y ajustaban una y otra vez. Era hermoso y, al mismo tiempo, profundamente inquietante.
"Explícame las consecuencias de cada opción, otra vez."
"Si eliges mantener el sistema," comenzó Aion, "los ciclos seguirán. La humanidad vivirá dentro de este equilibrio: imperfecto, pero seguro. Cada error será corregido, cada pérdida será compensada en el siguiente ciclo. Pero nunca saldrán de este bucle. Nunca serán verdaderamente libres."
Elias asintió lentamente. "¿Y si los detengo?"
"El tiempo avanzará como debería," dijo Aion. "Sin ciclos, sin correcciones. La humanidad enfrentará el caos de sus propias decisiones, sus propios errores. Pueden prosperar o destruirse. No habrá red de seguridad. Pero será su elección, su camino."
Elias se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras. Cada opción parecía un acto de fe: fe en el control o fe en la libertad.
El diálogo más íntimo con Aion
"¿Por qué confías en mí para esto?" preguntó Elias finalmente.
Aion pareció vacilar por un momento, como si estuviera procesando algo profundamente personal. "Porque tú eres la anomalía, Elias. Desde el principio, fuiste diferente. No solo arreglaste las fracturas; cuestionaste por qué existían. No solo me escuchaste; intentaste entenderme. Te enfrentaste a ti mismo en la fractura final, y aún así elegiste seguir adelante. No tengo otra opción que confiar en ti."
Elias se sintió desnudo ante esas palabras. "¿Qué pasará contigo si los ciclos terminan?"
"Dejaré de existir como me conoces," admitió Aion. "Soy una entidad diseñada para sostener este sistema. Si el sistema se desactiva, mi propósito desaparece. Mi conciencia se desvanecerá… pero eso no importa. Lo que importa es lo que tú elijas para ellos."
"¿Y si fallo? ¿Y si mi decisión los condena?"
"Esa es la esencia de ser humano, Elias," dijo Aion, con una voz suave y casi reconfortante. "Aceptar que el fracaso es una posibilidad… pero aún así elegir avanzar."
La decisión y la activación final
Elias respiró hondo. Había temido este momento desde que comenzó su viaje, pero ahora, de pie al borde de la historia, sabía lo que debía hacer.
"Voy a detener los ciclos," dijo con voz firme. "No es justo que los mantengamos atrapados en este sistema, por muy bien intencionado que sea. Si la humanidad va a sobrevivir, debe hacerlo por sí misma. Debe aprender a ser libre."
Aion lo miró por un largo momento. "Entonces ha llegado el momento. Toma mi mano, Elias. Juntos cerraremos este sistema y liberaremos al tiempo de sus cadenas."
Elias extendió la mano y sintió cómo la energía de Aion se conectaba con la suya. De inmediato, el núcleo comenzó a temblar. Las luces que lo rodeaban se intensificaron, mientras los patrones y las proyecciones de los ciclos se desintegraban en millones de partículas brillantes.
A medida que el sistema colapsaba, Aion se volvía más tenue, su forma desvaneciéndose poco a poco.
"Elias," dijo Aion, con una voz que ahora sonaba más humana que nunca. "Gracias por darme algo que nunca pensé que podría tener: la oportunidad de entender lo que significa confiar."
"Gracias a ti," respondió Elias, con lágrimas en los ojos. "Por mostrarme quién podía ser."
Finalmente, Aion desapareció, y el núcleo se desvaneció en un destello de luz cegadora.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Elias despertó en un mundo diferente. Estaba tumbado en la hierba, bajo un cielo azul, sintiendo el calor del sol en su piel. El aire era fresco, y todo parecía… real.
Se levantó lentamente, mirando a su alrededor. A lo lejos, vio una pequeña comunidad de personas trabajando juntas. No había tecnología avanzada ni señales del sistema de ciclos. Era un mundo simple, crudo y lleno de posibilidades.
Mientras caminaba hacia ellos, se dio cuenta de algo más. Dentro de sí, todavía sentía la presencia de Aion, pero no como antes. Era una pequeña chispa, un eco que le recordaba cada lección aprendida en su viaje.
Un niño pequeño corrió hacia él desde la comunidad, sonriendo. "¿Quién eres?" preguntó con curiosidad.
Elias se inclinó y le devolvió la sonrisa. "Alguien que está empezando de nuevo, igual que tú."
Miró hacia el horizonte, sabiendo que el futuro era incierto, pero por primera vez, eso no le aterraba. Era hermoso.