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Chapter 2 - El Comienzo de Algo

En una vasta extensión de oscuridad iluminada suavemente por miles de estrellas circundantes, estaba un solo hombre de pie, tan alto y robusto que parecía capaz de soportar el peso del cielo en su amplia espalda alada.

Su desgreñada barba y su largo cabello eran tan blancos y puros como la nieve, sus ojos feroces como los un ave de caza, sus alas, tan grandes y majestuosas como él, se movían lentamente a su alrededor.

Bóreas, Dios de los Vientos Gélidos y el Señor de la Fuerza de los Vientos del Norte, se alzaba majestuoso sobre la oscuridad de la infinidad universal. Miraba el vacío con calma y paciencia, como si esperase el momento perfecto para actuar. Las pocas estrellas cerca de su ubicación brillaban más que el resto, como si también estuvieran esperando algo.

"(Este lugar debería estar bien.)" Su presencia era imponente y su voz atronaba como el rugido de una tormenta.

Bóreas abrió sus alas y se alzó en el vacío. Con el poder de su aura y el soplar de los vientos gélidos, comenzó a avanzar, el movimiento de sus alas provocaba ráfagas de aire capaces de mover varios planetas con el solo batir de sus poderosas alas.

Bóreas extendió su gran mano y un sin fin de polvos estelares mezclados con Caos y una divina e hipnotizante esencia se arremolinaron en la palma abierta de su mano.

Luego de lo que pareció años, dos estrellas blancas se formaron en su mano. Irradiando un aura fría que formó una fina capa de escarcha en esa gran mano.

"(Son inestables.)" La irritación era clara en su voz, pero su tono tenía una nota de diversión.

Aunque eran hermosas e irradiaban una belleza divina, estaban lejos de ser estables, su brillo fluctuaba y se veía opacado por ráfagas de oscuridad, como si estuvieran enfermas y su pureza estuviera contaminada, al parecer, no fue buena idea hacer uso del Caos Cósmico para formarlas.

Las dos estrellas se movían como locas en su mano, como dos bestias dispuestas a saltar.

Bóreas cerró los dedos y con su otra mano hizo un movimiento circular. Las estrellas se movieron frenéticamente, como si trataran de escapar.

En lugar de dejarse cegar por su molestia, el Titán decidió experimentar con sus hijos.

La primera Estrella era más grande y más estable que la segunda, que parecía a punto de explotar.

Bóreas abrió la mano y la primera Estrella comenzó a retorcerse antes de alejarse de su hermano, lentamente, la estrella se fragmentó y comenzó a tomar forma frente a su padre.

Con cada fragmento que se desprendía, la masa blanca se extendía y comenzó lentamente a tomar forma con la misma palidez y pureza celestial de las estrellas, de forma lenta y delicada, como lo haría un barro delicado entre los dedos de una madre que crea la vida de su vientre.

Poco a poco, un hermoso y robusto muchacho de apariencia angelical tomó forma, su piel era nívea como la nieve recién caída en el invierno y ojos azules como los del propio Bóreas.

"(Ve y crece)." En lugar de conmoverse por su hijo, Bóreas le ordenó con voz severa antes de sacudir nuevamente sus alas con fuerza, enviando a su hijo lejos en el vacío.

El recién nacido Titán sin nombre no parecía asustado, parecía más bien emocionado, con la esperanza de ver a su padre nuevamente cuando volviera.

"(Ahora, tú.)"

Sus ojos se entrecerraron y se fijaron en la pequeña estrella restante, pequeña era un eufemismo, ya que era tan grande como un sol pequeño, pero a ojos del Titán, este hijo suyo era pequeño e inestable, tanto así que le parecía difícil liberarse de su forma de estrella.

Ante la mirada de su padre, la estrella comenzó a latir con fuerza, como si estuviera llorando. Apartando la mirada de su lastimero hijo menor, Bóreas comenzó a recorrer el Cosmos, buscando algo que pueda serle de utilidad.

Después de recorrer varias Galaxias y Sistemas Solares, su mirada se fijó en una agrupación caótica de estrellas a punto de extinguirse, algunas ya habían expulsado sus capas exteriores, produciendo hermosas y vistosas nebulosas.

No cabe duda que durante su juventud había sido una constelación bastante grande y de aspecto majestuoso. Tenía varios planetas, todos ellos muertos y abandonados, era una lástima que una Constelación tan hermosa estuviera próxima a extinguirse.

Pero por suerte, aún no había enanas blancas entre ellas.

"(No se ve mal.)" Su apática voz sonó ligeramente satisfecha.

"(Auras)", llamó con calma.

Ante el llamado de Bóreas, una brisa fría y feroz corrió a toda prisa, envolviendo a la Constelación en sus frías fauces y presentándola ante su padre.

Cuando las Auras presentaron con humildad la Constelación a su padre, Bóreas extendió su mano, dispuesto a tomarla y apoderarse de ella como los mortales se apoderan de las joyas.

El Titán observó satisfecho antes de comenzar a trabajar. Sorprendentemente, su hijo menor se adaptó rápidamente a la Constelación.

"(Pequeño avaro)", dijo al ver que rápidamente volvió a la Constelación su Cuerpo Principal.

Las estrellas y planetas a punto de colapsar recuperaron su vitalidad con fuerza y vigor. Fue todo un espectáculo ver como las nebulosas se comprimían y las capas volvían a su lugar. Así mismo, la pequeña Estrella... no, ya no era solo una Estrella, ahora era una Constelación, comenzó a estabilizarse.

De su ahora colosal cuerpo se extendía una fría niebla nebulosa, cada una de las estrellas que conformaban su cuerpo comenzó a ser remodelada y reformada, dejando de ser puramente roca y pasando a ser Estrellas de Hielo.

Las Auras observaron curiosas y emocionadas la transformación del nuevo cuerpo de su hermanito, corriendo de un lugar a otro y soplando palabras de aliento a su alrededor.

Bóreas observó el delicado proceso con calma e impasible, sin interrumpirlo ni apurarlo.

Cuando finalmente la transformación culminó, el lugar donde antes estaba la desgastada y al borde de la muerte Constelación había sido reemplazo por una Constelación totalmente distinta, tan llena y rebosante de vitalidad y divinidad.

La Constelación de Escarcha titiló suavemente mientras se miraba a sí misma con orgullo, parecía impresionado con su nuevo cuerpo. Los planetas que conformaban su cuerpo relucieron suavemente y las Auras revolotearon alegremente, felicitándolo.

Bóreas cerró los ojos, complacido por haber creado un cuerpo para su joven vástago.

Bóreas tomó a la Constelación de Escarcha y la llevó de vuelta a Olimpo. A diferencia del hijo que acababa de enviar lejos, no sabía qué hacer con este reformado hijo suyo.

Al pisar la Tierra Divina del Olimpo, Bóreas rápidamente se sintió sofocado y oprimido, una sensación desagradable que no desapareció ni siquiera cuando estuvo a Galaxias de distancia, pero que ahora, al estar nuevamente en su patria, se sentía aún más pesada y sofocante.

"((Bóreas))." Una suave pero magnifica y cargada de poder voz llego a los oídos del Titán.

Bóreas se puso rígido, manteniendo a la Constelación cerca de él.

"((Diste a luz a dos niños.))" La afirmación fue directa y nada interrogativa.

Ante el tono omnipresente de la voz del Rey del Olimpo, Bóreas tembló, no de miedo, tembló de rabia y humillación.

"(En efecto, Lord Ramé, fui a otra Galaxia para dar a luz a mis dos hijos.)"

El Rey del Olimpo permaneció en silencio, pero Bóreas pudo sentir su mirada fija en él desde su lugar en su Trono, sin molestarse en descender directamente frente a él, o al menos enviar en Eco suyo para interrogarlo.

Sin más palabras, el Rey del Olimpo retiró su mirada.

Sin la mirada del Rey del Olimpo sobre él, Bóreas volvió a girarse para mirar al frente, ignorando la creciente humillación. Se llevó la Constelación cerca de su cuerpo.

Bóreas no tuvo de otra que tragarse su cólera, consiente de la mala idea que era solo pensar en alguna blasfemia contra el Dios Supremo de Olimpo en su propia Tierra.

Bóreas suspiró, con sus alas extendidas, la Constelación en sus brazos y sus pensamientos divagando, comenzó a volar de regreso a sus dominios.

Mientras volvía a las zonas Norte del Olimpo, el Titán recordó los gloriosos días en los que Olimpo era gobernado por Titanes, la así llamada Edad de Oro, mucho antes de que Cronos y Rea dieran a luz a esos molestos Dioses.

Con estos dos hijos suyos, esperaba devolverle su poder y gloria pasada a los Titanes, algo que ninguno de sus hijos actuales era capaz de hacer, por eso tomó prestado el poder del Caos del Cosmos para poder dar a luz estos niños.

Bóreas, a pesar de su comportamiento mayormente violento, esperaba desesperadamente que estos dos Titanes le devuelvan su gloria pasada a su raza.

Observando la enorme extensión de montañas nevadas y vientos fuertes, Bóreas aleteo con fuerza sus alas, calmando todo el lugar para poder escuchar mejor cierta voz que rezaba en sus oídos.

¿Aún hay mortales que le rezan a Titanes?

Con creciente emoción, Bóreas alzó su vista en dirección hacia cierto planeta azul en la Vía Láctea, al origen de la suave y melodiosa voz de quien oraba ante él. Era un planeta extraño a ojos de Bóreas, ya parecía que la mayor parte de la Fe estaba destinada a un solo Dios y su Religión, fue solo cuando escucho la plegaria de la mujer, fue que entendió el motivo de su llamado.

Arrodillada en el centro de un altar con velas y ofrendas al Dios del Frío Viento del Norte, una hermosa mujer de cabello negro rezaba fervientemente.

"Oh Gran Señor del Invierno, te suplico, te imploro, por tu bendición, por tu poder. A cambio de mi fertilidad, por favor, dame el poder de Despertar bajo tu bendición."

Un Ritual de Otorgamiento.

"(Que método tan rustico y primitivo)", criticó Bóreas.

Si no fuera porque la belleza de la mortal había conmovido el corazón del Titán, no le habría dirigido una segunda mirada.

Pero había un problema, "(¿Yo para que quiero tu fertilidad?)"

"Oh Gran Señor del Invierno, te suplico, te imploro, por tu bendición, por tu poder. A cambio de mi fertilidad, por favor, dame el poder de Despertar bajo tu bendición."

La mortal, incapaz de escuchar la voz de la deidad a la que rezaba, repitió su plegaria una y otra vez mientras su maná era drenado rápidamente, haciéndola extrañamente hermosa en su demacrado estado.

A Bóreas no le importo menos el estado demacrado de la hermosa mortal. En su lugar, un plan comenzó a tomar forma.

Después de deliberar en su cabeza varios minutos, el Titán se acercó lentamente a la mujer, su sombra la cubrió, haciendo que el fuego de las velas creciera y parpadeara, en señal de su presencia y atención. Sus alas se agitaron suavemente mientras se cernía sobre su adorador, observando atentamente el cuerpo de la mujer.

Las alas de Bóreas aletearon una vez más, ante el poderoso aleteo, la Constelación se sacudió cuando el viento generado por esas alas golpeó contra su cuerpo.

Un polvillo escarchado salió de su cuerpo y se condenso en una bolita del tamaño de una uña de Bóreas.

Con cuidado y sin prisa, envió a las Auras a dejar el Núcleo de Alma de la Constelación al vientre de la mortal.

En el momento en que el Núcleo se alojó en su útero, la mortal sintió un repentino estallido de poder que reformo y remodelo su alma. Su cuerpo de dobló de manera antinatural mientras escupía una bocanada de sangre que rápidamente se cristalizó en el suelo.

La mortal se retorció en el suelo durante varios minutos mientras una dolorosa marca en forma de copo de hielo se formaba en su entrecejo.

Cuando el doloroso proceso terminó, la mortal estaba cubierta de una mezcla de suciedad, sangre y sudor cristalizado.

Debido al Despertar, su piel era ahora de escarcha de color azul-blancuzco, su cabello negro como la noche ahora se asemejaba a hielo cristalino y sus hermosos ojos que antes eran azules como cielo ahora eran fríos y azules como el hielo.

"Jajaja..." Una risa ronca y victoriosa salió de sus delicados labios.

La mortal agradeció a la deidad por última vez antes de ordenar y recoger el altar.

Bóreas observo complacido.

"(Te doy cien años.)"

Poco sabía Cassia sobre la nueva vida que se formaba en su vientre, y poco sabía Bóreas de la decepción que le esperaba el futuro.