—¡Atrápenla! —Los furiosos gritos resonaban por todas partes mientras Violeta alcanzaba la línea de meta una vez más, marcando su octava vuelta. Sólo dos vueltas más, se recordaba a sí misma, jadeando intensamente.
—Oh, Dios —Violeta apenas tuvo tiempo de tomar una rápida respiración antes de que torrentes de agua helada la golpearan desde múltiples direcciones. El ataque era como estar debajo de una cascada y ser golpeada por la furiosa presión.
Justo como había temido, Elsie Lancaster la tenía entre ceja y ceja después de esa pequeña travesura. Y por supuesto, Elsie no libraba su guerra sola.
La licántropa de sangre pura había reunido a sus leales seguidores, que todos dirigieron sus mangueras hacia Violeta, desatando ráfagas de agua helada sobre ella y completamente ignorando a los demás corredores.