Elsie Lyka Lancaster era innegablemente impresionante. Sus ojos azules eran cautivadores, un tono tan vívido y profundo que podían hacer caer hombres a sus pies. Su rostro con forma de corazón, nariz puntiaguda y labio inferior carnoso le daban una apariencia nada menos que seductora.
Sin embargo, bajo todo ese encanto, Violeta percibía la distancia que la envolvía como un velo. Se sentía como si su belleza fuera solo una fachada, ocultando la verdadera naturaleza que yacía debajo. Elsie desprendía un aire de superioridad que no tenía nada que ver con su apariencia. Era en su postura, en la forma en que se mantenía, en la manera en que miraba a todos los demás con fría indiferencia. Para Elsie, Violeta no era más que suciedad, destinada a arrastrarse a sus pies, a adorarla como si fuera alguna diosa por encima de todos los demás. Quedó aún más claro cuando Violeta sintió algo parecido a un desafío en la mirada de la loba, como si esperara que Violeta apartara la vista primero.