—Atenea, ¿tienes más pruebas que presentar? —preguntó el Anciano Timothy, su mirada firme mientras Ewan volvía a su asiento, aparentemente calmado pero visiblemente conmovido.
Atenea asintió, dirigiendo la mirada hacia Ewan. Sintió un alivio al ver que su color había vuelto; ya no estaba tan pálido como antes. Bien, pensó para sí misma. Estaba listo para la próxima ronda de revelaciones.
Con una sonrisa segura rozando sus labios, Atenea volvió a su lista de contenidos y clicó en la quinta entrada, titulada "El Camarero".
Instantáneamente, un artículo de periódico iluminando la trágica muerte de un camarero llenó la pantalla, acompañado por una lúgubre foto del fallecido. Suspiros resonaron por la asamblea, y un silencio tenso se instaló.
Fiona, que se había posicionado como estoica e imperturbable, de repente pareció rígida de conmoción, su fachada desmoronándose. Seguramente no podría ser…